Que no soy yo quien lo ha dicho, que ha sido el maestro académico y torero Enrique Ponce, en un papel a su esposa, una de las más bellas damas del mundo, ya saben a quien me refiero, cuando hace unos días paseaba en un carruaje, tirado por dos caballos, las alegrías de la Feria: «En esta Córdoba mágica»… escribía de su propia mano el maestro. Y yo refrendo esta frase, cerca de doña Paloma Cuevas a la que tanto aprecio, y admiro. Y lo pongo por escrito. Es natural. Sobretodo cuando se apagan las luces de nuestra feria del dieciocho que me dicen que ha sido por lo pronto, mejor que la del año pasado, que ya es decir cordobeses.

Y todo lo demás debo decirlo, que leo a nuestro maestro Cuenca Toribio. Enhorabuena maestro, que lo cortés no quita lo valiente. Y más de escribir, por cierto. Que he empezado a leer los cuentos escritos por el señor Mir Jordano. Libro gordo, formidable. Casi toda una vida dentro. Enhorabuena don Rafael, que ya tengo para todo el verano, que ha empezado si bien no del todo. Que avisan lluvias aún, y espero que duren poco, que el agua se sale de madre en los barrancos, y debemos aprender a regar de otra manera.

Ya es tres de junio. A ver si es verdad, y aunque vengan los calores, que estamos en el verano. Crece, aunque físicamente es bien alto, nuestro Palomo Spain, que he visto que además, y por si fuera poco va y se pone, zapatos de aguja, y a la moda, esto es, sin talón, como manda «lo que se lleva» aparte de que ya manda en el ‘Forbes, de la ilusión’.

Que se nos fue, ‘la Pradera’, con la que tanto canté por que me obligaba a cantar allí por donde anduviéramos. México, América entera, aquel día que me confesó, y ahora puedo decirlo con el maestro Benítez Carrasco cerca:

-De haber vivido en su tiempo, habría sido de Manolete, sin duda.

Y le habría cantado al oído cualquiera de sus coplas, divinas. Yo la quise mucho y aquí quiero que esto quede, porque se nos fue, envuelta en su poncho...

-Es como un mantón de manila -me dijo un día- pero bordado en xoxhimilco…

Le gustaba mucho, ya lo saben, Córdoba, que siempre salía a relucir.

Córdoba siempre, como recordé esta noche pasada, escuchando, cantar de pronto, a don Antonio Mairena, en aquella soleá, de aquella noche siempre recordada de hace mas de cincuenta años, que cantó en la plaza cuadrada, allí arriba, cerca de la Señora de la Salud, y le entregaron la medalla de oro del cante, que a ver si alguien puede recordarlo, en vivo y en directo conmigo.

Saludo al Arcángel, que canta con su formidable grupo de las voces búlgaras, en la tele, y aprovecho solo para decirle, en las prisas:

-Todas las semanas, aunque no lo escuche cantando maestro, le recuerdo, y mucho, porque tenga en cuenta que escribo una página de domingo para la Córdoba del Arcángel. Nos hicimos una selfie de esas. Gran tipo.

Y Genma Cuervo, encantada como todo el que pasa, y deja huella, por nuestra tierra. Y la gala de los Cordobeses del Año, en la que sin estar estoy con el alma puesta en la fiesta. Y nuestro Poyato de Cabra, brillante escritor con su obra El Espía del Rey. Siempre me gusta escribir de la Córdoba de la cultura, y cuando llamo a la puerta del camerino de Arturo Fernández, que igual nos decidimos de nuevo a escribir sus memorias, que ya las iniciamos en su día y espero que aún recordemos.

-¡Córdoba es que tiene un especial culto al teatro! ¡Cuánto me gusta ir a Córdoba, cosa que llevo haciendo hace no sé cuantos años!

Conocido y reconocido. Y aquel día que me dijo en Guadalmina:

- Y luego querido Tico, ¡esas mujeres de Córdoba!

Y me lo confesó delante de la suya, esa dama, que sin ella, por su ciencia y su paciencia, no habría sido lo que hoy es.

Y termino, la taberna está de moda en el mundo. Manda por ejemplo en Tokio. Y en Dubai hasta la permiten, a pesar de que no haya ni jamón ni copa de vino, dos de las grandes verdades. Gracias don Manuel por la invitación de los premios, y decir que muchas gracias a los que han visto y me lo comunican.

-Señor Medina, que hemos visto en una bodega cordobesa, que dice aunque escrito a tiza: ¡Córdoba me embrorracha!

Con solo escribir de ella se me va la cabeza. Por cierto, ¡cuánto me gustaría antes de ser más mayor, que me hicieran bodeguero, y también al mismo tiempo, platero y me pusieran de Córdoba, su sombrero! Hasta me sale en verso, incluso aunque quiera remediarlo. De este año no pasa.