Popular por sus corbatas indiscretas (El Vellón, Madrid, 1930), fue marino mercante, profesor de español, traductor y periodista. Publica España. La revolución pendiente (1808-2016).

-Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Estados Unidos. Todos hicieron su revolución. Pero España la sigue teniendo pendiente. ¿Por qué?

-Porque España está enamorada del pasado más que del futuro.

-Una revolución ahora, ¿en qué consistiría? ¿O ya no hay lugar?

-La revolución, tal como la entiendo, tiene solo un sentido. Es el cambio de los usos, no de los abusos. Si es solo contra los abusos, es revuelta.

-¿Todo es por causa de una no maduración democrática?

-Iría más lejos. De un desconcierto de lo que es la democracia por parte de los españoles.

-El primer problema de España es que el ciudadano deje de ser súbdito. ¿Siempre estuvimos sometidos?

-Durante buena parte de nuestra historia, la mayor parte de ella, en efecto, fuimos súbditos. Y lo más terrible: con nuestra aquiescencia.

-Diferentes a los italianos, no nos gusta vivir sin gobierno. ¿Estos meses han sido una experiencia nueva para nosotros?

-Totalmente. Somos nosotros los que tenemos que ponernos de acuerdo con nosotros mismos.

-Como Machado, dice usted que las dos Españas son la laica y la religiosa. ¿Todavía andamos por ahí?

-En buena parte, sí. Porque la religión, cuando desaparece, se convierte en ideología. Y en España las ideologías tienen mucho de religiosas.

-No estuvimos en las Cruzadas ni en las guerras mundiales. Y dice usted que la Conquista de América fue la continuación de la Reconquista. ¿Siempre nos gusta andar al revés?

-Más que al revés, detrás. Pero el que va detrás tiene que ir luchando con los de delante, que le dan coces. Pero es más ir detrás de los acontecimientos. La catedral de Burgos, del gótico florido, se construyó cuando ya se levantaba la cúpula de San Pedro.

-El mundo ha cambiado tanto que la izquierda no se reconoce a sí misma. ¿Sabe usted para dónde va?

-Eso tendrías que preguntárselo a un izquierdista (ríe). Creo que todos estamos hoy bastante despistados, por-que estamos entrando en una nueva era.

-En España han cambiado muchas cosas, menos los españoles. ¿Ese es el problema?

-Ese es. Pocos países en Europa Occidental han cambiado tanto como España en los últimos años. Esto no tiene nada que ver. Sin embargo, los españoles seguimos siendo los mismos.

-Llegó a España en el 90. Felipe no le gustaba. ¿Prefiere la imagen de González hoy a la de ayer?

-Yo creo que González ha mejorado con el tiempo y tiene cosas francamente buenas y cosas malas, pero en el fondo son buenas. Ejemplos. González fue el que, jugándose el puesto y su papel en la historia, democratizó el PSOE, convirtiéndolo en una socialdemocracia moderna. Pero, al mismo tiempo, demostró que la izquierda puede ser tan corrupta como la derecha. Parece malo, pero en el fondo es bueno. Porque la izquierda, que nunca había gobernado en España, tenía un halo mágico que no se correspondía con la realidad, son humanos.

-Aznar nunca se fió de usted. ¿Sabe por qué?

-A Aznar le dije un día, delante de todos mis colegas: «Usted y yo no podemos ser amigos porque cumplimos funciones distintas en la sociedad». Las cosas que hizo bien, las aplaudí. Y las que hizo mal, las critiqué. Lo que ocurrió fue que la mayor parte de mi trabajo, como presentador de televisión, correspondieron con años de Felipe González, con los últimos años.

-Este país ha cambiado. Sus corbatas son más discretas. ¿Usted también ha cambiado?

-Me ha gustado siempre vestir clásicamente. La indumentaria masculina era en mi época muy formal, muy reiterativa. En la corbata era donde podíamos diferenciarnos. Esta es de las que llevaba entonces, porque yo no compro corbatas. Tengo 150, pero tenía 300. El día que vi a Fraga con una corbata así, dije: «Ya se acabó. Esto ha pasado».H