O sea, que no todo ha de ser negro. Incluso, tras el adiós de Chiquito me han contado desde arriba, donde tengo algún chivato, que desde que llegó Gregorio, el marido de Pepita, nuestra Pepita que nació en El Brillante... ¡Está el Padre Dios mucho mas contento¡ Y es que es lógico... ¡Tiene tanto trabajo! Nadie se acuerda de Él y de Santa Bárbara, nada más que cuando truena como nos dice el refrán. Allí está Chiquito, tranquilo, sentado en su nube, como dado a la reflexión.

La reflexión. Es lo que siempre digo: de vez en cuando hay que pararse y pensar un rato, que pueda darte un poco el viento del silencio en la cara. Verán: hace ya mucho tiempo hice para la tele de España el programa Hay buenas noticias. Era simpático, amable, no se metía con nadie... Las malas noticias que llegaban a la mesa las echaba a una papelera que se hizo famosa pronto. Bueno... pues duró lo justo. O mejor dicho: lo injusto. Esto es, tres meses. Nadie lo veía. Aprendí mucho de aquello y recordaba cómo en la historia del periodismo americano, hubo un rico petrolero que se inventó un diario que solo daba eso, buenas noticias. Bueno, pues el rico, pobrecillo, perdió hasta la camisa. Ruina. Nadie compraba el diario. Así que desde entonces salí escarmentado, a pesar de que conmigo lo presentaba (o yo con ella) aquella niña bonita que se llamaba ¿recuerdan? Isabel Tenaille, de la que no se sabe hace ya mucho tiempo. De todas formas, me arriesgo. ¡Un domingo es un domingo! Y aunque haya sequía de agua también la hay de alegrías. Por lo menos que sea un tiempo de sonrisas, siquiera un rato. Un ratito tan solo, que buena falta que nos hace.

Vamos a ver... rebusco.

Por ejemplo, parece que hemos conseguido que Manolete sea elegido Hijo Predilecto de Córdoba, como si ya no lo fuera antes de tener el titulo. También, oigan, lo de Vicente Amigo y el Grammy conseguido. Que es el oscar de la música, de la buena música, amigos. Gloria de Córdoba, mis lectoras y lectores. O reconocer el tranquilo y sereno papel político que aun en la esquina del silencio está ejerciendo en la política de Cataluña, nuestro paisano, el que fue honorable presidente José Montilla, que me cuentan,que a veces suspira y comenta: «¡Cuánto me acuerdo de Iznajar!», que es un pueblo bellísimo.

También debo contarles la buena nueva de Luis Eduardo Aute, que ha presentado libro, siempre dice que de elegir un sitio donde vivir que no sea Cuba, advierte, sería en Córdoba, que en su día incluso me suspiró aquello de «a ver si sabes de alguna casa en Córdoba, que me han dicho que tú has tenido tres o cuatro». Genio, como poco. Córdoba del silencio que aún nos queda. para poetas, para músicos... que de las dos cosas siente nuestro amigo

En cuanto a Palomo Spain, del que tanto me enorgullezco, dado que aquí le damos desde hace mucho tiempo mucho aire a su cometa, este año se puede llevar desde Nueva York, me lo dicen desde allí buenos cronistas de pasarela que conocen la cintura de la maniquí, como se decía antes, el oscar de la Moda, de lo que tanto me alegro. Cualquier día me acerco a Posadas a estrechar su mano, a ver si se me pega algo de su talento.

Y esta semana leo en un cojín de lana de colores tras el cristal trasero de un coche, donde antes se llevaba (¿recuerdan?) un perro que meneaba la cabeza, «Córdoba, ciudad de los sentidos». Un buen piropo, merecido, y verdad, sin duda.

Y he sabido que el otro día en Madrid, en una cita intelectual de muy alto nivel en el Círculo, brilló con luz propia nuestra directora de los museos de Córdoba, Mercedes Valverde, hablando de lo suyo, el arte cordobés, cien por cien, y que se ganó una ovación de lujo. He preguntado a un exigente amigo que asistió, tuvo esa suerte, a la cita (nunca diré al evento, que es más cursi que tocar a diana con arpa), y me dijo: «Sabía como pocos. Bella como ninguna otra... y mira que había mujeres guapas en la sala».

No saben cuanto me alegro de todo ello.

Y enhorabuena a los premiados con los premios Al-andalus, de Palma del Río. Pueden ustedes imaginarse cuánto me gusta que se hable, de escriba, se diga, se cuenten cosas buenas de nuestra tierra, de nuestro mapa, de nuestra gente.

De ahí que hoy me sienta tan cómodo, tan libre, de haberles dado solo eso, buenas noticias. Pocas y ligeritas. A modo de rogativas.

Por cierto, ¿les he contado ya que al joven Froilán, al que tanto le gustan los caballos, a veces se le ve con esa criatura tan linda que es la hija de Manuel Díaz El Cordobés y de Vicky Martín Berrocal?

¡Qué bonita historia para acabar este finde!