Me explico. He llegado a tan grande realidad filosófica después de largos años, exactamente ochenta, los que acabo de cumplir hace unos días, de observación. Desde aquellos primerísimos tiempos, casi la prehistoria, en los que por primera vez, mi madre, Lola, que en paz descanse, los más hermosos ojos que he visto en mi vida, incluso más bellos que los de Pilar Rubio de Ramos-- tan cercana a nosotros en tantas cosas, en su día hizo muchos pueblos de Córdoba junto a nuestro querido paisano el maestro Rafael Cremades-- es a lo que voy después del inciso familiar, me daba el primer alimento, y uno tenía tan cerca su mirada inolvidable. Dicho lo cual les haré partícipes del resultado de mi reflexión, que sin ser decisivo, sí que es digno de ser tenido en cuenta, porque ahora se multiplican los dos besos habituales. Mua, Mua. O sea, uno en cada mejilla, incluso entre familiares cercanos, íntimos amigos, cuando un beso solo es mejor, y a ser posible sin sonido, silencioso, un tanto profundo, sin llegar a herir, que eso sería otra cosa, por ejemplo morder. Pero a lo que voy, que ya otoñea, que el beso solo, solitario, solidario, es mucho más explicativo, demostrativo, que ningún otro. O sea, silencio y profundidad por no decir, tiempo, que en un beso es una eternidad.

Y continúo. ¿Saben ustedes con lo que brindó su majestad la Reina de Inglaterra al conocer la noticia de que Escocia seguía en su regazo? Pues les diré que de buena tinta he sido informado de que como fue a primerísima hora de la mañana, en lugar de con su poquito de whisky de la tierra, escocés, claro, ni tampoco con la ginebra, buenísima, de su geografía, ni el gin tonic que a veces alegra las pajarillas soberanas, sino que fue con Pedro Ximénez del nuestro, del de verdad, con el que se alivia más de un dolor familiar, que los tiene, o de Estado.

Y a otra cosa. Que sentiré mucho que se nos vaya, que se nos va, doña Ana Botella, que como saben, la alcaldesa, todavía de Madrid, es de nuestra tierra, mirando el mapa hacia arriba, al menos de raíz. Por mi parte, a la que nunca le pedí nada, solo he recibido muchas deferencias en lugares donde hemos coincidido. Así que, lo siento, y a la que venga, lo mejore. Ya saben que las dos candidatas son la vicepresidenta y Cristina Cifuentes, que lleva ahora la delegación de gobierno. Lo olvidaba. La Botella, doña Ana, es de origen del pueblo hermoso de Carcabuey. Aclaración necesaria.

Aunque sí sé que no tengo que aclarar la cordobesidad de don Rafael Mir Jordano, siempre defendiendo su país califal, que no hay califato que no pase por Córdoba, ya saben, y lo que escribo. Don Rafael, que estudia y comenta en profundidad el tema de la Mezquita Catedral, en aula además, y con coloquio, incluido.

Y Juana Martín, éxito total en la pasarela de Madrid. Como siempre, gustando, sorprendiendo. En Japón ya la esperan, lo sé de ley, con los ojos muy abiertos.