El Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA) de Los Villares, enclavado al pie de Sierra Morena, lleva más de treinta años sirviendo como santuario de curación a un sinfín de especies protegidas de la fauna autóctona de la provincia; priorizando la recuperación y reintroducción en el medio natural de aquellas con un nivel de protección superior, catalogadas en el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas. La avutarda común, el alimoche, el halcón peregrino, la cigüeña negra, águilas reales e imperiales, linces ibéricos… son solo algunas de las especies que se rescatan. Más del 90% de sus huéspedes son aves; pollos de distintas especies de rapaces, búho chico, cárabo o búho real, que caen del nido e ingresan masivamente en los meses estivales de junio, julio y agosto, tiempo de cría y reproducción en el que se concentra hasta el 50% de las entradas, debidas con asiduidad a problemas de alimentación o falta de experiencia en las crías; si bien individuos adultos también llegan accidentados tras colisionar con el tendido eléctrico, víctimas de cebos envenenados, atropellos, armas de fuego y, más raramente, alguna enfermedad, como el caso de un milano negro que se recupera actualmente de una candidiasis junto a tres milanos reales, ya casi listo para volver a casa.

Aunque porcentualmente la llegada de mamíferos, anfibios y reptiles es inferior, el CREA está igualmente equipado con instalaciones para ellos, además de algunas específicas para linces, más amplias, en las que se aloja Coca desde hace diez años, un lince supervivente del virus de leucemia felina. También tortugas mediterráneas y moras gozan de un lugar donde sanar y reproducirse antes de ser reintroducidas, y un lobo, que llegó al centro en 2011 luego de haber sido criado como un perro, desposeído de su institnto depredador, cuenta con una extensa zona acotada en la que vivir, imposible para él recuperar la libertad.

Miguel Carrasco, responsable del centro, en el que comenzó como voluntario hace 16 años, y María Luisa Fernández, veterinaria, junto a dos cuidadores encargados de las tareas básicas de mantenimiento y alimentación, atienden los más de 500 ingresos que se producen anualmente, incidiendo en la importancia que tiene para el restablecimiento de la biodiversidad de las especies no solo la recuperación directa, sino también la recopilación exhaustiva de datos de cada ejemplar auxiliado, individualizando cada caso y cada muerte, en colaboración con la Facultad de Veterinaria de Córdoba para la realización de necropsias que arrojen algo de luz a la causa que motiva el ingreso y la compatibilidad de las lesiones con el amplio abanico de factores posibles.

«Muchas de esas causas están relacionadas con incidencias humanas directas, así que la labor educativa y la información a la gente es clave. Recuperación, investigación y educación son los tres pilares en los que debe apoyarse un CREA», apuntó Carrasco.

La elaboración de una normativa común en 2002 y la introducción de nuevas técnicas de rehabilitación o la dotación de personal especializado, han permitido a la Consejería de Medio Ambiente, de la que depende el CREA, tomar medidas correctoras eficaces que han cristalizado en un índice de recuperación rayano al 60%, muy superior a la media nacional, y conseguido estabilizar la población de buitre negro, antes en peligro de extinción, ahora solo vulnerable.