Vaya usted con dios, año viejo, buenos días, año nuevo, a ver qué nos trae usted. ¡Es tanto lo que nos hace falta! Y mucho más a los que nada tienen. Ya saben, esta noche las doce uvas. Los de Lepe, que en vez de uvas sean fresas, aunque, eso sí, fresas pequeñas. También los hay que toman aceitunas, a ser posible rellenas, que no sería mal invento, digo yo, y también están los que quieren con melones que son los de Villaconejos...

Pero, en serio, a nosotros la tradición. Ya lo saben, y felicitar para mañana y con tiempo a los que se llaman Manuel, qué buen nombre. Por ejemplo, a mi compadre El Cordobés, el quinto califa, al que esta misma noche echaré mucho de menos. Y a José Manuel Cuenca Toribio, mi viejo, en el buen sentido, amigo, con el que acabo de hablar, el mejor regalo anticipado de Reyes de este año que viene. A ver. Y a Manuela Carrión, de Villaharta, que es una pintora buena, y además, una muy buena poeta, y que tiene un taller de inventos, en su pueblo, capital de Sierra Morena.

En fin, que no os falte de nada, mejor se dice de ná, en estas fiestas que estamos. Quise estar aunque sea sábado en este día de dos fechas, y el director me dio el sí, así que aquí me tienen, pensando si no me quedo, de-fi-ni-ti-va-men-te por ese mapa tan nuestro, y además sabiendo como sé que hay una buena, buenísima, unidad del dolor en el hospital Reina Sofía, lugar de la esperanza, donde alguna vez estuve, y me atendieron gloria bendita. Cuarenta años de realidades. Y de trasplantes, ya me gustaría a mí, no crean, colocarme un corazón nuevo, para seguir por más tiempo, aunque tampoco hace falta. Aunque si me lo hacen, que sea ahí, en ese sitio que es ejemplo para todos.

Y continúo. Esta noche, ya lo saben, las uvas nos las da en el Sur nuestra Toñi Moreno claro, que ha esperado sin perder la sonrisa, y que el año que viene hará a diario, en la mañana, Gente maravillosa. Ella sabe lo mucho que me alegro.

Y luego, pues todo lo demás, esa cordobesa en la portada de Hola que es nuestra Paloma Cuevas, guapa a rabiar, como siempre, en la fiesta grande de Londres, que estoy autorizado a decir en voz alta lo que el príncipe Carlos dijo en voz baja cuando le besó la mano: «¡Qué bella es!»

Una hermosa noticia, sin duda, para nuestro finde, finde año, ya saben, que de poder habría traído hasta mi mesa, que es la suya, uvas de Montilla. O de Moriles, aunque nazcan para alegrar las copas. Pero es lo que yo me digo, leales, que son ya 25 años mano a mano, servidor, para que sepan de mis sacrificios, le doy a la gaseosa, fresquita, champán del pobre, aunque, eso sí, con su chorreoncito de limón, que ahí les confieso debe ser, tiene que ser, de patio de Córdoba, sin falta. Es un mandato mío. Agua del limonar, como el de esas lágrimas negras, la gran canción, que canta el niño Jacinto, ese nene que me pone el pelo de punta. Ese niño nuestro, del Sur, que se ha ganado un Grammy cantando desde el ritmo de su propio dolor. ¡Cuánto que aprender de los demás, mis quereres!

Gracias por las tarjetas que sigo recibiendo. Me gustaría responderlas a todas, una a una. Como a los mail, que me llegan, como a los whatsapps esos, que no termino de saber del todo como funcionan. De este año que empieza no pasa que escriba el libro, no es una amenaza, sobre el paladar de Córdoba, en el que nos cuente todo o casi todo lo que sabe mi queridísimo don Rafael Carrillo, al que se lo debo, y que tanto hizo por mí, y al que recuerdo tanto.

Ya saben que se va a llevar mucho esta noche la purpurina. Para las damas me refiero. Aunque a ustedes no les va a hacer falta, tienen el mejor oro del mundo. El de su propio estilo personal. Y me pido que me recuerden siquiera un solo instante, cuando amanezca. Sigo coleccionando la belleza de los ríos cordobeses. Y me viene a la memoria, que a veces se quiebra, aquello que escribí, y que creo que sigue en un mosaico del NH, que hay al otro lado del Guadalquivir, por donde leo que a veces pasea ese maestro único, formidable, patrimonio de la cordobesidad, que se llama Paco Solano Márquez, que me mostró tantos secretos de su ciudad y alrededores, y al que cada día sus propios compas le escriben de homenaje. Se lo merece, y a ver si encuentro esa colonia que me dicen que han hecho y que se llama, creo, Patios de Viana. Debe tener trece olores diferentes, a cual mejor. Paco me mostró alguno de sus secretos. ¡Ay, aquella casa final, que nunca dormí, en las Jara! Córdoba de mis ausencias, de mis presencias, Córdoba de mis esencias. Mercedes Valverde me llama para darme las gracias por mis palabras del otro día, que lo escrito, escrito queda. Y me envía una foto suya, reciente. ¡Está mas bella que nunca! Córdoba de los milagros...