La nana, por citar un ejemplo, es considerada por algunos expertos como una de las más importantes aplicaciones de musicoterapia (empleo de la música con fines terapéuticos), pues con el arrullo de cualquiera de estas canciones, una infinidad de bebés de todo el mundo se han sentido confortados y han podido descansar plácidamente. La cordobesa Antonia de la Torre Rísquez, profesora de Educación Musical y máster en Musicoterapia, utiliza precisamente las múltiples propiedades de esta ciencia, que se emplea en adultos con párkinson o alzhéimer, para ayudar a potenciar la expresión, creatividad y comunicación de niños con trastorno del espectro autista, trastorno del lenguaje y de déficit de atención e hiperactividad. Esta misma técnica es muy apropiada también para pequeños con retraso del desarrollo y motor, dificultades de aprendizaje e incluso se pueden beneficiar menores sin discapacidad de las actividades de estimulación que desarrolla esta profesora. Antonia, que también es licenciada en Historia y Ciencias de la Música, decidió compaginar su actividad docente en el colegio Ferroviario con la aventura de poner en marcha en el 2009 la Clínica Cordobesa de Musicoterapia, ubicada en la calle Isla Lanzarote de la capital.

Esta docente de 32 años estaba convencida desde siempre de que la música puede ayudar a los discapacitados y por ello se especializó en esta materia. "No he tenido que hacerme publicidad, sino que poco a poco se ha ido conociendo la labor que hago, a partir de la educación musical que imparto en el colegio Ferroviario desde el año 2000. Cuando una familia viene para preguntarme si la musicoterapia puede beneficiar a su hijo lo primero que les consulto es si el menor está recibiendo algún otro tipo de terapia, como atención temprana o logopedia, para ver cómo voy a afrontar el caso, ya que la musicoterapia no es por sí misma la solución, sino que es un apoyo", indica esta joven. Además, analiza si necesita asistir uno o dos días a la semana. "Empiezo por sesiones de media hora, con pocos instrumentos como el pandero, la maraca o el parche, y luego puedo ir ampliando la duración y el número de instrumentos --dice--. Transcurrido un tiempo recomiendo a los padres que asistan a alguna clase para ver cómo trabaja su hijo o les pido permiso para grabar la sesión en vídeo. Hay pequeños a los que no les gustan los instrumentos musicales y a lo mejor prefieren una botella, el contacto corporal o una canción. A mí no me interesa la técnica musical, sino cómo usan los materiales. Sigo el modelo Benenzon, uno de los cinco de musicoterapia que existen, y está inspirado en el trabajo del profesor argentino Rolando Benenzon", explica Antonia.

Para más información está la web http://musicoterapiacordoba.blogspot.com, el correo clinica.musicoterapiagmail.com y el teléfono 615044390. No olviden. ¡La música es vida!