«El capitalismo puede con el sentimentalismo». Así de contundente se muestra Juan de Dios Lozano, actual responsable de la mercería Manuel Muñoz Morán, en la calle Claudio Marcelo, que cierra sus puertas mañana después de 133 años de vida, en los que sus distintos propietarios y generaciones posteriores han visto pasar la vida de la ciudad, su evolución y cambios, a través de un singular escaparate situado en el corazón de Córdoba. Con este cierre, se despide del paisaje de esta calle uno de los establecimientos de este tipo más antiguos de España, junto con otra mercería de Huesca, que ya ha dejado de tener las madejas de lana, hilos, encajes y botones como productos estrella, para convertirse en una tienda de ultramarinos.

Las estanterías, armarios y mostrador de la mercería cordobesa rezuman el paso de los años, porque siguen siendo los mismos que colocaron en 1884 sus primeros dueños, la familia Domínguez. Tan solo el escaparate es relativamente moderno, de los años 40 del pasado siglo, porque durante la Guerra Civil una bomba acabó con el que había. Los Domínguez pasaron el testigo, en 1910, a Manuel Muñoz Morán, que entró a trabajar en la mercería como aprendiz y, al comprar el negocio, le puso el nombre con el que el establecimiento va a echar el cierre. A Manuel Muñoz le siguieron tras el mostrador de la tienda sus hijos, y a estos, el yerno de uno de ellos, Juan de Dios, que muestra su «pena» por la desaparición de una de las tiendas más emblemáticas y antiguas de la ciudad.

«Me encanta estar tras la puerta de la mercería y escuchar decir a las personas que pasan frases del tipo ‘esta tienda sí que tiene años’, ‘aquí venía yo con mi madre de chica’ o ‘no debía de cerrarse’», pero «con todo el dolor de mi corazón y lágrimas en los ojos se cierra», confiesa emocionado Juan de Dios, que, asegura, vive unos días «amargos y tristes». Y es que todo ha cambiado mucho. Ahora apenas hay hueco en nuestras vidas para coser, bordar o arreglar nuestras ropas como se hacía antes. «Todo eso ha quedado atrás», continúa el actual responsable, que recuerda que hace décadas trabajaban en el establecimiento veinte mujeres haciendo, sobre todo, ajuares de boda. Pero Juan de Dios no le echa la culpa solo al cambio de hábitos o al tipo de producto que vende. «Desgraciadamente, el pequeño comercio en Córdoba, sobre todo en el centro, está cada vez más complicado, tiende a desaparecer», continúa Juan de Dios, que asegura que en esa calle «han cerrado tres establecimientos en los últimos seis meses», ya sea por «unas circunstancias u otras».

Juan de Dios, que agradece la fidelidad a sus clientes, echará de menos el interés de estos por Rafael y Manolo, los hijos de Manuel Muñoz Morán, que hasta hace poco más de un año estaban aún estaban al frente. Y cómo olvidar al otro Manolo, Mimi, que estuvo 50 años en el mostrador «donde hoy llegan tantas señoras mayores a recordar cómo venían de jóvenes y le compraban a él sus primeras barras de labios, sus polvos de Myrurgia y los de la Palmera de Oriente», continúa Juan de Dios, que, asegura, ha escuchado muchas veces con orgullo la frase «esta tienda parece un museo». «Siento no haber sido capaz de durar más tiempo aquí, de no haberle dado el cambio que necesitaba para estos tiempos, pero quizás, y solo quizás, esto es necesario», dice el responsable, que concluye asegurando que «las etapas tienen que cerrarse, y esta duró casi 134 años», pero, aunque no esté abierta, «esta tienda siempre quedará en el recuerdo de muchos».