Dejando de lado el aspecto estrictamente cofrade y adentrándonos en la sociedad, los usos y las normas de aquella Semana Santa de 1942 que describió Diario Córdoba, sorprende hoy en día el bando que dictó el alcalde de entonces, Rafael Jiménez Ruiz. En ocho puntos llamaba a mantener el decoro por parte de los vecinos, así como de la limpieza de la vía pública y de las fachadas, durante la Semana Santa. También se prohibía la venta de todo tipo de bebida alcohólica desde el mediodía del Jueves Santo hasta las 10 del Sábado de Gloria, así como el cierre de los establecimientos expendedores. En el tercer punto del bando también se prohibía el Viernes Santo la venta de productos de caza y embutidos, mientras que más adelante se restringía la circulación de cualquier tipo de vehículo en el centro de la ciudad desde el Domingo de Ramos y se advertía que se castigarían los aplausos y las muestras extemporáneas tras el canto de las saetas a las imágenes. Eran otros tiempos y otras costumbres, pero también años en donde las cosas, si se permite la expresión, se dejaban clarísimas. El bando terminaba advirtiendo que "los agentes de mi Autoridad cuidarán del riguroso cumplimiento de estas determinaciones e informarán a esta Alcaldía de las infracciones que observen para la imposición de los correctivos que procedan". J.M.N.