El 7 de abril de 1918 se reorganizaba en la iglesia de San Pablo la hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración, una imagen que durante siglos recibió culto en el antiguo convento de San Pedro el Real, hoy parroquia de San Francisco.

Nacía así una nueva cofradía que, hasta la segunda mitad del pasado siglo XX, tuvo que sortear difíciles momentos para seguir activa.

En este momento, un importante hecho marcará el resurgir de esta cofradía. Así, en 1973, de la mano del conocido capuchino fray Ricardo de Córdoba y Rafael Zafra, por entonces hermano mayor, llegó a la cofradía la imagen de Nuestra Señora del Rosario en sus misterios dolorosos, sin duda un auténtico revulsivo para esta corporación. Será a partir de este momento cuando la cofradía dé un sorprendente giro en todos los aspectos que en poco tiempo la hace ponerse a la vanguardia del mundo cofrade cordobés.

La hermanad de la Expiración fue pionera en muchas cosas que luego secundó el resto de cofradías. Así, fue la primera hermandad en instalar una caseta en el real de la feria, en crear una cuadrilla de hermanos costaleros en Córdoba, en abrir la casa de hermandad todo el año o en tener un grupo joven.

A lo largo de este primer siglo ha tenido el privilegio de vivir uno de los momentos más dulces para una cofradía, la coronación canónica de Nuestra Señora de Rosario en sus misterios dolorosos acaecida en el otoño de 1993.

Con todos estos recuerdos en la memoria, ayer la iglesia de San Pablo acogió la función conmemorativa del centenario de la reorganización. La eucaristía estuvo presidida por el obispo de Mondoñedo-Ferrol, Luis Ángel de las Heras, y en el acto se estrenó una misa solemne para coro y orquesta creada por Clemente Mata, organista y director del coro de la Catedral de Córdoba. Un broche de oro musical para la corporación del Viernes Santo, cofradía que durante décadas ha sido capaz de algo tan difícil como mantener su identidad.