El Resucitado puso ayer el broche final a una intensa Semana Santa. No hubo necesidad de mirar al cielo, salvo para ver el sol. Un sol que se reflejó con fuerza en el dorado paso de Nuestro Señor Resucitado. La cofradía de Santa Marina, un año más, anunció la resurrección... anunció la llegada del tiempo de la Pascua.

A los sones de la agrupación musical del Cristo de Gracia caminó el Señor Resucitado buscando el entramado de calles que lo llevó hasta la Catedral. El paso del Señor lució con un exorno floral variado donde predominó el uso de las orquídeas y hortensias en tonalidades moradas. Poco a poco, el cortejo iba tomando la calle Enrique Redel buscando Capitulares para después enfilar la calle San Fernando camino de la Catedral.

Tras Él, la Virgen de la Alegría, que este año iba más deslumbrante si cabe. Su delicado rostro lució enmarcado en un tocado de hojilla de oro, un dorado que brilló con fuerza en el estreno de este Domingo de Resurrección: la bambalina frontal del palio. Se trata de una pieza que ayer dejó vislumbrar lo que en un futuro será este palio. La obra ha sido bordada por Jesús Rosado bajo diseño de Rafael de Rueda con un dibujo de hojarasca barroca donde sobresale un alto contenido mariano. No en vano la pieza está presidida por una imagen de la Inmaculada. En cuanto al exorno floral, la cofradía optó por el blanco, eso sí, salpicado de un toque de azul, color de la hermandad.

A la vuelta, la cofradía de Santa Marina no pasó por calles emblemáticas como Moriscos, optando para la vuelta por Alfaros. Fue al final de esta vía cuando, tras una levantá, se desprendió parte de la nueva bambalina, incidente que la hermandad resolvió con naturalidad. Así, la Virgen retomó su airoso andar y caminó con total normalidad hasta su entrada, que se produjo poco después.

Las altas temperaturas y el numeroso público en la calle, puso el broche final a la estación de penitencia de la hermandad del Resucitado y, por ende, a la Semana Santa 2018.