El cofrade de la hermandad de la Buena Muerte Joaquín de Velasco abrió ayer el tiempo de gloria con un auténtico canto a las imágenes marianas de la ciudad.

El acto, que este año cambió de escenario, tuvo lugar en la parroquia de San Miguel, contando con el acompañamiento musical de la banda de música de María Santísima de la Esperanza.

Fue el canónigo de la Catedral y párroco de la Trinidad, José Juan Jiménez Güeto, el encargado de introducir en el atril al pregonero. Jiménez Güeto realizó una sencilla y entrañable semblanza del protagonista, que a continuación tomó el atril para desgranar su texto.

Joaquín de Velasco, que no es la primera vez que exalta un evento cofrade, optó en esta ocasión por el verso para glosar a las imágenes marianas de la ciudad.

Así, a lo largo de un texto en el que intercaló fragmentos acompañado por la banda de la Esperanza afloró la poesía dedicada a cada una de las advocaciones de gloria de la ciudad, hasta llegar a la imagen de San Rafael, sobre el que centró la última parte del pregón, una proclama que concluyó con los versos «Bendita ciudad de Dios / esta Córdoba mariana / que guarda sus devociones/ entre los pliegues del alma».

El acto también sirvió para presentar el cartel anunciador de las hermandades de gloria, una obra realizada por encargo de la Agrupación de Hermandades al joven pintor sevillano Rubén Terriza. El cartel consiste en una composición en técnica mixta, presidida por la carreta del simpecado de la hermandad filial del Rocío de Córdoba.