Ya era hora de que el patrimonio de nuestras cofradías esté en manos de profesionales en conservación de obras de arte; a mí no se me ocurriría meterme en un quirófano y operar a alguien, para eso están los cirujanos.

Un atrevimiento que no solo ocurre en cofradías, ya que también lo vemos en importantes instituciones donde algún que otro administrativo se ha suscrito a la revista Descubrir el Arte y ya se cree historiador del artel Los resultados se los pueden imaginar, todo esto sin olvidar el Ecce Homo de Borja.

En contraposición, observen a la Virgen de las Tristezas, en la que Ana Infante de la Torre ha llevado a cabo una restauración que le ha devuelto a la imagen todo el esplendor perdido por el paso del tiempo y por actuaciones nada recomendables. La restauración a la Virgen de las Tristezas es una de la mejores intervenciones que yo he visto a imágenes sagradas ganando al cien por cien la calidad de la talla, redescubriendo una imagen cuya buena factura ya se vislumbraba oculta sobre densas capas de pintura, sirviendo a su vez de ejemplo de que el arte es una profesión.