Uno de los comandos estadounidenses que participaron en la operación murió en combate. Otros cinco acabaron en el hospital. Una aeronave V-22 Osprey que transportaba a los militares tuvo que ser destruida tras sufrir un accidentado aterrizaje. Y 15 mujeres y niños yemenís fueron asesinados durante la redada, según las autoridades locales. Ese es el oneroso saldo que dejó laprimera operación antiterrorista aprobada por Donald Trump en el extranjero, una misión que pretendía recabar información de inteligencia sobre Al Qaeda en Yemen y que ha acabado desatando una nueva tormenta en Washington. La Casa Blanca considera que fue “un gran éxito” y ha censurado con dureza a todos aquellos que se han atrevido a criticar su resultado.

Trump ha sido el último en disparar, después de que el senador republicano John McCain definiera inicialmente la redada como“un fracaso” por la pérdida de vidas estadounidenses. Más tarde lo matizó, añadiendo que se cumplieron muchos de los objetivos. “McCain no debería hablar ante los medios del éxito o del fracaso de una operación”, ha escrito el presidente en Twitter. “Eso soloenvalentona al enemigo. Él lleva tanto tiempo perdiendo que no sabe cómo ganar (...)”.

Las palabras de Trump reflejan la escasa tolerancia de su Administración ante la crítica, ya venga de la prensa o de sus rivales y aliados políticos. Y no está solo, porque su portavoz exigió “una disculpa” a aquellos que han criticado el desenlace.

RESISTENCIA FEROZ

“Cualquiera que socave el éxito de esa redada hace un flaco servicio a la vida del suboficial William ‘Ryan’ Owen”, dijo el miércoles Sean Spicer refiriéndose al Navy Seal muerto durante la incursión. En esa redada, lanzada el pasado 28 de enero con la colaboración de tropas emiratís, pocas cosas salieron como se habían previsto.

Los comandos atacaron una base de Al Qaeda en una pequeña aldea de la provincia yemení de Bayda. Pero se toparon con una resistencia armada mucho más feroz de la que esperaban. Minas, francotiradores y militantes armados, algunos de ellos parapetados en los edificios civiles del pueblo, según ha descrito fuentes militares a la prensa estadounidense, les estaban esperando cuando aterrizaron escoltados por drones, cuyo ronroneo alertó posiblemente a los militantes.

Una avería en una de las aeronaves hizo que varios comandos resultaran heridos en el aterrizaje y, aunque por entonces ya se sabía que el factor sorpresa había quedado anulado, se optó por seguir con la operación. Durante casi una hora los bandos combatieron en las calles de la aldea de Yakla, que quedó a la postre severamente destruida.

MUJERES Y NIÑOS

El Pentágono ha dicho que los comandos mataron a 14 yihadistas de Al Qaeda y se confiscaron ordenadores y teléfonos móviles, el objetivo inicial de la misión. Pero el Ejército también ha reconocido que “probablemente” hubo bajas civiles. Más de una docena de mujeres y niños, según las autoridades yemenís, entre ellas la hija de 8 años de Anwar Al Awlaki, un estadounidense de Al Qaeda asesinado por la CIA en el 2011. Luego mataron también a su hijo de 16 años.

A medida que se fueron conociendo los detalles, arreciaron las críticas. Fuentes militares dijeron a Reuters que la misión se lanzó “sin tener suficiente información de inteligencia, ni apoyo sobre el terreno ni una adecuada preparación para enviar refuerzos”. El Gobierno yemení acusó a los militares estadounidenses de perpetrar "asesinatos extrajudiciales" y durante unos días se especuló con que podría cerrar su territorio a las operaciones clandestinas del Pentágono.

Nada de eso ha impedido a la Casa Blanca cantar victoria. Spicer ha dicho que la operación "se ejecutó correctamente" y fue un "gran éxito". En la 'era Trump', los hechos son irrelevantes y la crítica ofende. Solo cuenta el mensaje oficial, la construcción de una realidad paralela.