Con una espectación generalizada ante el fallo del jurado, la chirigota de José Vacas El día que yo me jarte abrió cortinas con una tanda de pasodobles que mezcló crítica --hacia aquellos que critican los repertorios por las redes sociales--, así como una poesía hacia el amor de una madre a sus hijos. Dos animados cuplés y su popurrí con diversos puntos sacaron las primeras risas del público. Le secundó la comparsa de Peñarroya Los don nadie que, con los 'punteos' de Rubén Corviño a la guitarra, completaron un repertorio de fuerza, con una letra crítica hacia la delgadez, a veces excesiva, de las modelos.

Dos chirigotas continuaron la sesión. Por un lado, la chirigota pozoalbense Sin reglas ofreció un simpático repertorio durante su clase de preparación del parto, sobre todo con un segundo pasodoble tragicómico en el que reivindicó el carnaval cordobés. Mientras, los ecijanos de Los comecocos mostraron su compromiso con el carnaval y su amor a Córdoba, que "cada vez que cruzo el templo romano, pienso en volver".

Otra agrupación de Pozoblanco, la comparsa La incorruptible volvió a demostrar su exquisitez en su repertorio, dentro del tipo durante toda la actuación. Desde la trinchera de su redacción, mostraron su punto crítico con problemática de los refugiados y con el maltrato. Esta última letra combinó versos del mítico pasodoble de Martínez Ares Con permiso buenas tardes. Por su parte, la chirigota de San Lorenzo animaron al respetable con Los Rodríguez. Sus pasodobles tuvieron su lado emotivo -con la dedicatoria hacia la madre de Julio Orcas que operaron recientemente de cáncer--, pero también una crítica profunda hacia la clase política.

La recta final de la sesión tuvo como protagonistas a la comparsa de Peñarroya La bacía, que volvió al Gran Teatro para ajusticiar a los responsables de las carencias de la sociedad actual. Agradable repertorio, sobre todo su primer pasodoble hacia Córdoba. La última actuación de las semifinales estuvo reservada para la chirigota Metálica, que interpertó dos pasodobles de fuerza, con especial mención a Pablo Castilla y Miguel Amate. Sus dos simpáticos cuplés y los puntos de popurrí dejaron buen sabor de boca antes de la decisión final del jurado.