Cabra y los egabrenses volvieron a presenciar el pasado 4 de septiembre una de las estampas más deseadas que cada año, desde hace algo más de un siglo, se viene repitiendo, el fenómeno de la conocida popularmente como la ‘Bajá’, por el que la imagen de María Santísima de la Sierra llega a la ciudad desde su santuario, enclavado en el mismo centro geográfico de Andalucía a 1.223 metros de altitud.

Un regreso a la ciudad de la que es patrona en el que la imagen se vio acompañada por algo más de tres mil personas entre riscos y jaras y los vítores a la divina serrana. Todo ello tras el canto sentido y hondo que en la noche anterior, en el parque Alcántara Romero, hizo en su pregón el periodista egabrense Manuel Pérez Alcázar, tras ser presentado por sus amigos desde la infancia, Adolfo Molina Rascón y Enrique Jiménez Camúñez. Este, que fue muy aplaudido durante su pregón, que muchos calificaron de brillante, hizo un recorrido por sus recuerdos en torno a unos días festivos como los que ahora la ciudad vive y donde la devoción hacia la Virgen de la Sierra es casi milenaria, jalonado de notas periodísticas fruto de su trabajo radiofónico en Canal Sur Radio sin olvidar su vinculación con algunas cofradías y momentos egabrenses o a la antigua emisora de Radio Atalaya, que en su última etapa dirigiera su madre Carmina Alcázar, justo tres décadas después de pregonar esta las Fiestas de Septiembre.

Antes se proclamó a la reina, Marta León Arroyo, y sus damas de honor de las Fiestas, y por vez primera también un rey, el joven Daniel Montes Toro.

La imagen entró con la interpretación de las coplas de la Virgen de la Sierra por parte de ocho coros y agrupaciones musicales locales, tras la imposición de la vara de Alcaldesa Perpetua de la ciudad por parte del primer edil Fernando Priego (PP). Un recibimiento donde no faltó la presencia de un buen número de carrozas de flores de papel, medio centenar, que de nuevo volverán a recorrer las calles egabrenses.

Antes se vivieron momentos especiales a lo largo del camino en parajes como la Viñuela, la Cuesta de las Promesas, el Peñón de la Beata, los Colchones y la casilla de la Salve, entre otros, donde mujeres egabrenses volvieron de nuevo a portarla mientras se le cantaba la tradicional Salve por parte de Antonio Roldán Molina y Antonio J. Roldán León, padre e hijo, y unas coplas por los hermanos Egea Granados.