Quedan aún Liga y puntos, pero lo cierto es que al Grucal Adesal se le escapó una inmejorable ocasión de subirse al tren de la fase de ascenso. Y se puede decir que no por su culpa, porque hizo todo lo que pudo y más para intentar doblegar a un equipo sólido y con recursos como el Villaverde. Sin embargo, su esfuerzo se quedó en el casi. Como en otras tantas veces en el penúltimo metro.

Y se quedó en el casi porque su primera parte fue mala. Pero también porque la segunda parte de la pareja arbitral fue arbitraria, decisiva. Y es que casi siempre que había conato de acercamiento había una decisión dudosa o condescendiente que se inclinaba para el bando local, al que no se le resta ningún mérito. Pero lo cierto es que fue así.

Con todo, al equipo de La Fuensanta le queda saber que su orgullo está intacto, como otras tantas veces en esta temporada y que en cada partido que quede volverá a hacer un derroche que de carácter sobrehumano para llegar hasta el final. Es su seña de identidad y no la va a perder.

De hecho, quedó patente en la cita de Villaverde. El Grucal, tras una primera parte en la que se fue viendo a remolque en el marcador, entró con otro tono en la segunda parte. Y es que en el tramo inicial del partido el cuadro local presentó sus credenciales con una portería espectacular, una primera línea decisiva y una defensa que costaba potosíes superar.

Sin embargo, tras el descanso se vio al equipo de siempre. A un equipo que podría catalogarse como milagro. Se encontraron las comunicaciones con Andreea Marin, Arantxa Hernández volvía a ser resolutiva, Espe parecía más rápida y Meriem más grande cubriendo la portería. En números, de un 18-11, que sería la sentencia para cualquiera, se pasó a un 20-18.

Sin embargo, siempre que al equipo de La Fuensanta le daba por acercarse en el marcador había rarezas. Acciones de siete metros que no se pitaban, situaciones de inferioridad y así. Pero lejos de irse, el Grucal seguía y seguía. Como muestra y con 26-23, el banquillo local no lo tenía claro a siete minutos del final y pidió tiempo muerto. Pero las fuensantinas no temblaron y llegaron a ponerse a uno. Había partido, mucho partido.

Pero nuevamente emergieron factores externos, extraños. Aunque también las jugadoras del Grucal pudieron hilar más fino a falta de dos minutos para el final. El caso es que el Villaverde celebró el triunfo como si fuera la clasificación para la fase. En parte comprensible, había hecho hincar la rodilla a un adversario indomable ante casi todo. Un Grucal que seguirá pensando que se puede llegar hasta mayo, incluso cuando los factores externos deciden jugarlo partidos.

Ficha técnica:

Villaverde: García; Montilla (4), González (4), Belda (4), Fernández, Campos (7) y Nieto (8) -siete inicial-, Montero (p), Iglesias (p), Horcajada (1), Lorenzo, Delgado, María, Lorena y Cardador (3).

Grucal: Meriem Ezbida; Arantxa Hernández (10), Andreea Marin (8), Ángela Ruiz (5), Espe López (5), Alba Sánchez y Lulú Dascalu -siete inicial-, Olga Solana (p) e Isa Moreno.

Ábritros: Lázaro y Portugal. Excluyeron a Horcajada (2), González, Belda y Delgado, por las locales; y a Hernández, Dascalu (2), Marin y Bustos, por las locales.

Parciales: 1-2, 6-3, 10-6, 12-7, 14-8, 16-10 (descanso), 18-14, 21-18, 23-19, 25-22, 27-25 y 31-28.

Incidencias: 200 espectadores en el Pabellón Félix Rubio.