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Una distorsión sólo aparente

Progresivamente, este Córdoba se ha ido transformando en un producto con mucho envoltorio pero de poca enjundia. Y lo refleja en todos los órdenes, que en realidad, en el Córdoba dependen única y exclusivamente de uno. Del mismo. A las labores de presidencia, dirección deportiva, dirección técnica, de márketing y de relaciones (ejem) institucionales, se ha añadido la de director de comunicación. Ya lo intentó antes. Ahora sí, por fin. Posiblemente de ahí parta esa distorsión de que haya mucha gente trabajando aunque, en realidad, con poca (o nula) capacidad de decisión. Y no porque no quieran hacerlo.

¿Transmitir qué? ¡Transmitir!

De ahí que las redes sociales se hayan convertido en el vehículo para transmitir. ¿El qué? Da igual. Todo lo vacuo se dice y exclama, todo lo importante se calla y se disimula. Si hay que lanzar una revista se repite hasta la extenuación. Si se llega a un acuerdo vía judicial con Teo Lázaro para que por fin reciba al menos parte de lo acordado por Borja García (años han pasado), se obvía. Y son alrededor de 250.000 del ala. Todo positivo, nunca negativo, al contrario que Van Gaal. Porque lógicamente todo se hace bien. Nadie puede contestar lo contrario cuando se está completamente solo en un palco privado de cristales tintados.

Del sillón al vestuario

Y tras el partido, del sillón al vestuario. Pasillo directo para comentar con los protagonistas de verdad lo sucedido. Es la obligación de cualquier director deportivo/entrenador/director de comunicación/jefe de relaciones (ejem) institucionales. Todo en uno. Ah, y presidente. Definitivamente, sobra mucha gente. En septiembre llega la asamblea de la LFP, un momento que será importante para algunos clubs, entre ellos el Córdoba. Y mientras, del sillón al vestuario, montañas rusas diarias. De apestado a idolatrado. De hombre de confianza a despedido. Del mejor en su gremio a uno que no vale para nada. Un pasillo que es el túnel del terror.

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El «modelo» del entrenador

No es fácil trabajar así. De hecho, es casi imposible. Las cercanías excesivas con un determinado tipo de persona suelen ser tóxicas. Pero también se hace difícil escuchar al entrenador hablar de «nuestro modelo» e imaginarse una interrogación sobre la cabeza de todos los que le están escuchando. Salvo que la pegada, aquella de Florin --sobre todo-- se defienda como un modelo de equipo, de juego. Por lo tanto, vuelta a empezar: «A transmitir». Familia. Unión. Solidaridad. Trabajo. Esfuerzo. Crecimiento. 15 meses después aún se espera algo de fútbol. Aunque sea de palabra. Como dice el himno: sobre el campo, la verdad.

Un alambre muy resbaladizo

Otro puesto solapado desde el palco privado de lunas tintadas es el de director deportivo o secretario técnico. Ya lo estuvo antes. Quizás aquellos play-offs, aquel ascenso dejaran un poso amargo al tener que compartirse con los verdaderos coprotagonistas. Quizás. De ahí esa premisa prostituida que se ha instalado en El Arcángel desde hace tiempo: «Este fichaje es de... Aquel otro de...». Pero nada. «A transmitir». Y el director deportivo se siente dolido por una valoración, por lo que salta en redes sociales hablando de tauromaquia. A 48 horas del cierre de mercado. Y del alambre en el que está --duro-- ya cayeron otros.

Las manías y los ‘whatsapps’

Obviamente, si no todo es positivo se recurre al chiste del niño y del profesor, que siempre le tenía manía. Y nada mejor para instalar una idea en un colectivo cercano como un grupo de ‘whatsapp’, con trabajadores --capitanes incluidos-- que escuchan la voz de arriba casi a diario. Como las epístolas de Pablo a los Corintios pero en el siglo XXI: «Sin vuestro amor no soy nada». Y si no hay enemigos se inventan, que de eso ya hubo experiencia en el siglo XX y acabó como acabó. Mientras tanto, en la soledad del palco privado, se seguirá sin escuchar un «no» y sonarán los avisos del ‘whatsapp’ para ir por el pasillo oculto hasta el vestuario.