Juan Merino dará hoy su primera rueda de prensa como entrenador del Córdoba como previa a su primer encuentro al frente del conjunto blanquiverde. El linense no lo tendrá nada fácil, ya que tiene que afrontar, además del problema clasificatorio, otras tareas que abarcan desde el entorno del equipo y el club hasta el de la confección del plantel. Son los siete retos de Juan Merino al frente del Córdoba CF.

1. DEBE DOTAR A SU EQUIPO DE UNA IDENTIDAD

La primera consecuencia de la situación delicada que vive el Córdoba es la ausencia de identidad del conjunto blanquiverde. Inicialmente, se planteó una plantilla para «mantener la posesión» y «ser protagonista» con el balón. Centrándose en esas luces que se planteaban a priori no se ha atisbado un equipo con un gran manejo de balón ni con mecanismos claros en el juego ofensivo. Profundizando en el concepto, tampoco se han visto hombres destacados en esta parcela, más allá de la explosión «limitada» de Sergi Guardiola, que no estaba llamado a ser, en principio, uno de los líderes del equipo. En el centro del campo, fábrica principal para ese juego «protagonista» no ha habido ninguna luz destacada. Así, ese plan inicial saltó por los aires, resultando un equipo en el que no se puede asegurar claramente cuál es su planteamiento. No muestra consistencia defensiva, no impone juego desde su centro del campo y tampoco es un equipo que destaque en el juego ofensivo. Evidentemente, no realiza un planteamiento de fortaleza defensiva para salir con velocidad al contragolpe y es incapaz, al menos hasta ahora lo ha sido, de defender con la posesión de balón. El primer reto de Merino será el de dotar de una identidad clara a este Córdoba, ya que muchos tienen claras sus debilidades pero muy pocos sus fortalezas.

2. LLEGA A UN CÓRDOBA QUE HASTA AHORA NO HA COMPETIDO

Tanto en un concepto global como individual, Merino llega a un Córdoba al que, simplemente, le cuesta horrores competir. 13 de los 22 goles recibidos por el conjunto blanquiverde se han producido antes del descanso. De hecho, 12 de ellos llegaron, prácticamente, en la primera media hora de juego y, en ocasiones, encajando a esa altura de cada partido hasta dos goles. Demasiado complicado como para aspirar, si quiera, a puntuar. No logra hacer este Córdoba los enfrentamientos equilibrados de manera que se pueda tener opciones de al menos puntuar hasta la fase final de cada encuentro. Así, en más de una ocasión ha llegado desahuciado al descanso, sin opciones de rascar un resultado positivo. Eso, en cuanto a la generalidad y los resultados. En lo individual y en juego, tanto en lo que se refiere a segundas jugadas como en balones divididos ha manifestado una notable debilidad, sobre todo en las segundas partes, lo que lleva a la generación de dudas sobre su preparación física. No parece casual que Juan Merino, limitado en cuanto a lo que estaba dispuesto a dar el club, haya elegido como segundo a Rafa Pichardo, que hasta ahora ha actuado principalmente como preparador físico en los equipos en los que ha trabajado. Antes incluso de hablar de esquema o de los objetivos en lo que a juego se refiere, este Córdoba necesita un repaso en lo que a preparación física se refiere. En cualquier caso, un preparador físico aplica parámetros marcados previamente por el entrenador en base a lo que éste desea y, en lo que prefiere Merino -esfuerzo, trabajo, sacrificio-, se necesita de un nivel netamente superior al actual.

3. EL GRAVE PROBLEMA DEFENSIVO, CON POCOS JUGADORES DE ESE PERFIL

Tiene Merino, a priori, un problema importante para aplicar sus conceptos eminentemente defensivos a una plantilla planificada para un 1-4-1-4-1 con vistas a intentar tener balón y defender desde la posesión. El gaditano ya tendrá claro que no tiene muchos jugadores entre el actual plantel con un perfil marcadamente defensivo o que se distingan por el trabajo táctico para acorazar al equipo desde mediocampo hasta la portería de Kieszek. De ahí que lo que no se tiene como cualidad individual, hablando en general, deba suplirlo con trabajo estratégico. Está claro que el propio club ha dado un volantazo con respecto al verano: de intentar llegar a la victoria desde el «protagonismo» y el juego de ataque ha contratado a un técnico que da prioridad al orden táctico, al esfuerzo defensivo y al compromiso colectivo para mantener los duelos lo más igualados posibles para aspirar, finalmente, a ganarlos. El reto para el gaditano será realizarlo con un plantel confeccionado para todo lo opuesto. El máximo responsable de esta confección de la plantilla, Carlos González, ya ha escuchado en las últimas semanas varias voces desde su entorno aconsejándole y avisándole de que tendrá que modificar la plantilla en el mercado de enero. Hoy por hoy parece imposible que el Córoba no tenga que acudir a los fichajes invernales, pero aún tienen Merino y sus jugadores dos meses y medio, diez jornadas, para intentar que ese movimiento sea el menor posible. Queda tiempo y oportunidades a modo de partidos para que esos cambios queden tan sólo en matices o pinceladas, siempre preferibles a una transformación excesivamente profunda que puede ser traumática. En definitiva, para que Merino pueda repetir el 31 de enero que «mis jugadores son los mejores» con mayor exactitud y también por resultados. Y si la propiedad está dispuesta.

4. RESULTADOS ANTES QUE ESTÉTICA

Si nos atenemos al Nástic de la pasada temporada e incluso a muchos pasajes en el Betis, no será el Córdoba de Merino un equipo que estéticamente levante pasiones. Pero si los resultados le respaldan remarcará la diferencia entre «jugar bien» y «jugar bonito». Lo primero es lo que busca el gaditano, es decir, que este Córdoba se equivoque lo menos posible en defensa y acierte lo máximo de lo que esté capacitado en ataque. En el escenario más idílico, este Córdoba se convertiría en un equpio consistente, fiable y serio, con todo lo que supondría ello en ganar en tranquilidad. El Arcángel deberá centrarse exclusivament en el resultado y pensar en otros «lujos» más adelante... O en próximas temporadas.

5. EL PROBLEMA SOCIAL Y LAS BRECHAS

Carrión se marchó advirtiendo lo mismo que ya señalaron otros, como Rafa Berges, hace la friolera de cinco años. El ambiente autodestructivo que rodea al club, empeñado siempre en mantener tensionadas todo tipo de relaciones: con la afición, con la prensa, con las instituciones... Ante esa actitud, la mayoría de las ocasiones han debido ser los entrenadores los que lidien con situaciones generadas por la propia entidad blanquiverde. Situaciones a añadir a las que sólo les competen a los técnicos: lo deportivo, la situación del equipo, etcétera. Así, la única voz claramente conciliadora, sin intentar ningún regate de corto recorrido, sin imponer nada, sugiriendo siempre el diálogo y buscando el beneficio del equipo ha sido la de los técnicos. La brecha abierta entre el equipo y la propia afición necesita de un acercamiento y éste, a pesar de los resultados, merece que no se haga recaer ese trabajo sólo en el entrenador. El club debe trabajar en ello lejos de toda soberbia. Por el bien del propio equipo y por beneficio de la propia entidad blanquiverde. Si continúa abandonándose a los resultados esa cercanía o lejanía de la afición al propio equipo se condena a éste a lograrlo todo a pulso. Algún año anterior se ha logrado, a duras penas, como en la campaña pasada, salvada en la penúltima jornada liguera. ¿Se continuará tentando a la suerte? Merino debería centrarse única y excusivamente en la mejora deportiva. Y eso es trabajo del club.

6. SU ARRANQUE EN EL GIMNÁSTIC, UN PUNTO DE ESPERANZA

Un punto positivo al que agarrarse el aficionado cordobesista para poder mirar el futuro inmediato con optimismo supone la llegada de Juan Merino al Nástic, la pasada temporada. Los granas se situaban colistas y eran el tercer equipo más goleado de la categoría. Por cierto, el Córdoba era entonces el cuarto más goleado, con un gol menos que los tarraconenses. La llegada del gaditano al Nou Estadi supuso un claro revulsivo en un equipo, el de Vicente Moreno, que sólo había sumado 16 puntos de 57 posibles. Diez jornadas después, Merino colocaba al Nástic con tres puntos por encima del descenso, en el puesto 15, tras un balance de 17 puntos sumados de los 30 primeros disputados con el gaditano en el banquillo. Sólo perdió Merino, en esas 10 primeras jornadas con el Nástic, con el líder, Levante, y por la mínima, logró cinco empates y cuatro victorias, una de ellas, precisamente, ante el Córdoba. Numéricamente, la reacción indudable, así como el cambio estético, más llamativo con Moreno, más pragmático el de Merino, que finalmente fue destituido tras no sumar ningún triunfo entre las jornadas 35 y la 39 y tras haber regresado a puestos de descenso en la jornada 38. Su objetivo, en este caso, será al menos repetir ese arranque para sacar al Córdoba de los puestos de descenso e intentar acercarlo lo más posible a la mitad de la tabla clasificatoria.

7. VENTAJAS E INCONVENIENTES DE LOS QUE ESTARÁ RODEADO

El séptimo reto del linense no será el más fácil, precisamente, por ser el último. El Córdoba es un club peculiar y lo que se llama el mundo del fútbol ya lo sabe. Merino deberá lidiar con un plantel del que el máximo responsable es su propietario, un motivo a añadir al económico para ser renuente a los cambios en caso de que se necesiten. Esa excesiva cercanía que se impone desde la planta noble del club a todos sus empleados, desde jugadores a cuerpos técnicos no es ningún secreto, por lo que Merino deberá lidiar con lo mismo que sus antecesores con el añadido de la presión clasificatoria y de El Arcángel. También tendrá el inconveniente de los campos de entrenamiento y el del estadio municipal, de los que ya se avisó desde aquí hace semanas que sufrían un progresivo deterioro. A pesar de ser un club con unos ingresos en torno a los 12 millones, también tendrá que sufrir los «paseos» en autobús de una punta del país a la otra. En definitiva: exigencias de club notable en la categoría (así son sus ingresos, desde luego) con medios muy mejorables. A favor, que a poco que el equipo muestre ese compromiso, esfuerzo y, sobre todo, resultados, los miles de aficionados que aún son fieles responderán sin ninguna duda al equipo, al que separan claramente de las decisiones, siempre polémicas, del club. Entre otras cosas, porque en juego está el descenso a Segunda División B y los retos para el nuevo técnico, además de muchos, no son menores, precisamente.