Que el Córdoba ha ganado y ha salido de descenso. Es la primera capa que hay que retirar de la cebolla blanquiverde que ha provocado, hasta ahora, más lágrimas que otros sentimientos, por lo que el triunfo debe ser bienvenido y es con lo inmediato con lo que hay que quedarse. También, que ha dejado su portería a cero por tercera vez en lo que va de Liga tras el saco que se trajo entre Granada y Valladolid, por lo que también es positivo cortar esa racha. Y Carrión volverá a sentarse en el banquillo de El Arcángel el próximo domingo, ante el Nástic, ya que esa victoria ha evitado una decisión traumática, al menos, por ahora.

Ya en la primera jornada se avisó de que este equipo tiene una carga emocional importante. Que parece inclinarse hacia situaciones límite para aplicar mucho corazón como principal medida para evitar traumas mayores. Y Carrión, en su decisión sobre el equipo inicial, echó gasolina a esa llama. Cambió siete nombres con respecto a Valladolid, dejó fuera a Josema, metió al chaval del filial Mena en lugar de Pinillos, se «olvidó» de defender para poner un doble pivote con Caballero y Javi Lara, sentó a Jona en favor de un Sergi Guardiola que tiene mucho más movimiento que el malagueño, también dejó en el banquillo a Javi Galán para dar más jerarquía a la calidad de Jaime Romero y dio la titularidad a Jovanovic. El otro Sasa, el Markovic, anárquico, indefinido e indefinible era sólo la guinda a esa revolución, pero -de nuevo insistimos- el único centrocampista con llegada que tiene el equipo.

Posiblemente fue un riesgo calculado o quizás fue el hipotético canto del cisne ante la probable destitución en caso de derrota, pero le salió a Carrión, le salió al equipo que, de nuevo, y al igual que ocurrió contra el Tenerife, sorprendió al rival, un Alcorcón que basa su fortaleza en el trabajo defensivo y que, aparte de sus limitaciones, anduvo desordenado no poco tiempo, posiblemente por esa alineación o dibujo que planteó Carrión, que pasó del tradicional mediocentro defensivo, quizás conociendo la poca circulación entre líneas que tienen los alfareros. Por lo tanto, Caballero y Javi Lara se bastaban ante los pocos problemas que podían plantear ahí Errasti (nada), Álvaro Peña (algo) o el otro Álvaro, Giménez, lo cual daba para mirar más hacia adelante que hacia atrás. Quizás una de las notas que preocupan para el futuro es que el planteamiento ante el equipo de Velázquez puede funcionar con el equipo de Velázquez... Y con uno o dos más, por lo que este Córdoba debe continuar buscando su propia identidad, ya que la pretendida en verano se quedó en Benahavís.

En esa revolución de once, de planteamiento y de liberación de la tensión semanal, el Córdoba salió hecho todo vísceras. A empellones, a ganas de ganar, a correr a todo y a por todo. Le duró el fuelle inicial, el de la adrenalina a tope, durante 15 minutos en los que tuvo un par de llegadas claras y otros dos acercamientos. Pero, en general, bastante deslabazado. Latigazos de electricidad para transmitir a todos, incluido el entrenador, que se quería ganar. Aunque no hubiera claro un camino, ni una idea general para meterle mano a un Alcorcón amarmolillado, la liberación de la presión de los últimos días por parte de los blanquiverdes fue suficiente para transmitir una superioridad vista en ese primer cuarto de hora, sobre todo por lanzamientos de media distancia de Javi Lara y de Caballero. El duelo fue decayendo paulatinamente y los alfareros lograron evitar las intenciones locales, que comenzaron a hacerse demasiado previsibles.

En el descanso parecía flotar en el ambiente una premisa, en forma de necesidad: salvo que alguno falle, esa revolución general blanquiverde se quedaría en un puntito... Y lo hizo el Alcorcón no una, sino dos veces en apenas quince minutos. Primero fue David Navarro, que no supo despejar un centro raso al área, por lo que dejó el camino expedito a Sasa Markovic para abrir la lata. Luego fue Hugo Álvarez, que introdujo el balón en la red al intentar evitar el disparo de Guardiola a pase de Jovanovic. En el minuto 57 la espita por la que iba liberando lentamente la presión el Córdoba se convirtió en escotilla abierta de par en par y, dos minutos después, con el Alcorcón intentando hacer al menos cosquillas, un pase de Caballero entre los centrales rivales fue recogido por Guardiola que, por velocidad se marchó para anotar el tercero. Pudo anotar el Alcorcón (que lanzó su primer disparo entre los tres palos en el minuto 54, flojo y fácil para Kieszek) por medio de Borja Lázaro (min. 68) que, solo ante el polaco en dos ocasiones, no supo batirle. O cinco minutos después, con los mismos protagonistas, pero con idéntico resultado. El Córdoba se concedió un merecido respiro tras lo vivido en las últimas semanas y durante los primeros 50 minutos, incluso con el rival con uno menos por expulsión justa de Casto, algo que, incomprensiblemente, no supo entender la grada, que no percibió la ruleta rusa que se vivió ante el Alcorcón y sólo quería un final aún más feliz. Queda mucha tarea aún, pero será más fácil fuera del descenso.

Ficha técnica:

Córdoba: Kieszek; Fernández, Joao Afonso, Josema, Víctor Mena; Javi Lara, Caballero (Álex Vallejo, M.82), Markovic; Jaime Romero (Sergio Aguza, M.68), Sergi Guardiola y Jovanovic (Javi Galán, M.62).

Alcorcón: Casto; Laure, Hugo Álvarez, David Navarro (Sangalli, M.61), David Fernández, Bellvís; Errasti, Álvaro Peña (Toribio, M.67), Dorca; Jonathan Pereira (Borja Lázaro, M.61) y Álvaro Giménez.

Goles: 1-0, M.52: Sasa Markovic. 2-0, M.57: Hugo Álvarez, en propia meta. 3-0, M.59: Sergi Guardiola.

Árbitro: Iñaqui Vicandi Garrido (Colegio Vasco). Expulsó con roja directa al portero Casto en el minuto 83 por despejar el balón con las manos fuera del área. Además, amonestó al local Joao Afonso y a los visitantes Errasti y Dorca.

Incidencias: Partido de la octava jornada de Segunda División, disputado en estadio El Arcángel ante 9.514 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.