El año nuevo abre para el Córdoba con la constatación de lo que ya se sabía en el que acaba de morir: hace falta más. Tanto en cantidad como en calidad. Siempre y cuando se insista en el objetivo marcado en verano y más allá de que la Copa mole o no mole. Lo demás es confiar en la suerte, que suene la flauta. Que te toque la haba o el regalito.

Lo que sí ha conseguido Carrión, desde luego, es mayor compromiso. ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? Pues mientras los resultados respondan, porque con números a favor la convicción en lo que se realiza aumenta exponencialmente y cuando éstos son negativos afectan al estado anímico y, consecuentemente, al rendimiento. Está claro que hay elementos que, aun dando todo lo que tienen, no llegan a lo que necesita el equipo. Pero, en cambio, hay otros que pueden sobrepasar sus propios límites para poner ese excedente a favor del grupo. El puntito de nervios cuando el balón ronda el área blanquiverde inunda la grada, el pensamiento de cada uno de los aficionados, pero también la excitación cuando aparece en línea de tres cuartos Pedro Ríos, Juli o Antoñito. Falta de consistencia en algunas zonas y capacidad para hacer daño al rival. Esa es la tarjeta de presentación de hoy en día del Córdoba CF.

Así, en una primera parte igualada, las mejores ocasiones fueron para los de Carrión, que estuvieron en el partido a base de arreones. Repliegue e incapacidad para manejar el balón desde atrás dieron paso a otras fases de presencia en campo contrario con ideas, ánimo de hacer daño y también (¡ay!) falta de puntería. Eso sí, siempre pretendió que el Rayo no se sintiera cómodo, que no pudiera combinar más allá del mediocampo, que tuviera que pelear cada balón. Y Carrión, en ese aspecto, consiguió su propósito.

El primer cuarto de hora estuvo bastante igualado, con un disparo de Rodri nada más comenzar el encuentro, otro de Edu Ramos bastante lejano y una buena jugada de Embarba dentro del área yéndose de Bijimine, pero a la que estuvo muy atento Kieszek. Los siguientes 15 minutos fueron blanquiverdes, con mayor presencia de Pedro Ríos (muy bien en esa primera parte) y Javi Galán. El pacense dio un pase a Rodri que, prácticamente solo ante Gazzaniga, se topó con el portero rayista. Poco después, Borja disparaba demasiado alto y al filo de la media hora, Pedro Ríos generaba la mejor ocasión para los locales, con un pase atrás a Juli, en el borde del área, que obligó al arquero franjirrojo a realizar un paradón. En el córner resultante volvió Juli a rondar el gol.

Pero hasta ahí llegó el Córdoba. También el Rayo, que visto lo visto, quiso -y consiguió- enfriar el encuentro. Ni para ti ni para mi, pareció decir Rubén Baraja, que vio cómo su equipo lograba controlar el último cuarto de hora del primer acto, ya que evitó que el Córdoba volviera a aparecer por las inmediaciones de su área y sólo pudo anotarse a favor un lanzamiento escorado de Álex Moreno.

Parecía que el Córdoba salió en la segunda parte a vaciar lo poco que le quedaba en los primeros 15 minutos, ya que sumó ahí sus mejores ocasiones: la de Javi Galán, demasiado escorado; la de Juli de cabeza que atajó Gazzaniga y, sobre todo, el regalo de la defensa rayista (min. 61) que sí aprovechó Pedro Ríos para irse hasta el área y darle medio gol a Rodri. Pero el soriano no puso su 50%. Fue el canto del cisne blanquiverde, porque al equipo se le juntó el hambre (condición física) con las ganas de comer (cambios). Es difícil concretar si fue una cosa o la otra. Probablemente fueron las dos, pero a partir de ahí, el conjunto cordobesista se diluyó para quedarse a vivir en su propio campo, por momentos, en su propia área. El Rayo, por lo tanto, hizo lo que le gusta. Tocar y tocar para hacer aparecer a Roberto Trashorras que, respaldado por un solvente Raúl Baena cogió la manija de su equipo y del partido para no soltarla hasta el final. Ebert metió el pie abajo a un centro de Rat que generó algo de preocupación. Ésta se tornó en canguelo con una jugada individual de Edu Aguirre, yéndose de tres contrarios, que finalizó con un despeje de Bijimine a córner. A 15 minutos del final, un remate de cabeza de Javi Guerra continuó dejando claro que el partido era rayista, aunque con peor finalización, si cabe, que su rival. Porque en el minuto 79, un pase de genio de Trashorras a la espalda de la defensa dejaba al delantero centro franjirrojo solo ante Kieszek, pero... se le apagó la luz. Carrión, que no convenció con los relevos, metió también a Moha por Borja Domínguez y a Piovaccari por Pedro Ríos, pero nada cambió. Los locales seguían en su área y se tiraron casi 25 minutos sin pasar del centro del campo. Cierto que influyó la ausencia de hombres que mantuvieran la posesión, pero también se volvió a demostrar que a otros equipos, muchos, les dura la gasolina bastante tiempo más que al blanquiverde. Trashorras, ya sin físico y al borde del tiempo reglamentario, probó la individualidad en el borde del área. Se marchó de uno, de otro y de un tercero para poner el balón a Embarba, que no supo qué hacer con él en el borde del área pequeña.

Y así finalizó el primer compromiso liguero del 2017 en El Arcángel. Con final idéntico a todo el 2016, es decir, la incapacidad para ganar en casa, y con parecidas sensaciones a las transmitidas en la última fase del año. Quizás porque ese es el techo de este equipo. Mientras tanto, roscón para todos.