Cuando te vas a vivir al extranjero y dejas a gente querida en tu ciudad pueden pasar dos cosas: o que apenas te acuerdes de ellos porque estás demasiado entretenido en la nueva aventura o que te aburras y eches de menos incluso a quien antes no echabas. Las situaciones excepcionales tienen ese riesgo, esa doble lectura peligrosa. No conviene extraer demasiadas conclusiones ni hacerlas extensibles porque se han originado en un marco fuera de lo común.

Al Córdoba le ocurrió lo mismo en el Santiago Bernabéu. Está recibiendo elogios de todos los rincones del país. Merecidos, por supuesto, ya que su puesta en escena fue muy digna, pero la excepcionalidad del escenario invita a la prudencia.

No hay mayor motivación que debutar en Primera División tras 42 años de ausencia y además hacerlo en el Santiago Bernabéu ante el campeón de Europa. Para cualquier jugador resulta prácticamente imposible no salir al doscientos por cien. Con la intensidad pasa lo mismo que con el echar de menos. Habrá que demostrarla en el día a día, en las situaciones normales. Y estas son ante el Getafe, el Levante, el Deportivo, el Almería, el Granada y esos equipos con los que hace poco el Córdoba se peleaba en Segunda División.

No quiero quitar mérito a lo que hizo el equipo de Ferrer, pero conviene recordar la situación en la que llegó el Real Madrid --en medio de un cisma por la marcha de Di María y tras perder la Supercopa ante el Atlético-- y cómo jugó: apático, casi andando, dejando una barbaridad de huecos. Era una ocasión inmejorable para puntuar en un campo tan complicado, pero al Córdoba le faltó mordiente para hacerle daño a los de Ancelotti. Incluso tuvo a su favor la disconformidad en el graderío, que pitó cada cambio del técnico italiano.

Muchos cordobesistas daban por descontada la goleada y parece que porque no se haya producido ya hay que celebrarlo. Bastantes equipos se lo han hecho pasar mal al Real Madrid y no creo que el Córdoba fuera uno de ellos. Por lo que escuchaba entre los hinchas locales, todos veían segura la victoria; de hecho, el enfado llegó porque los de Ancelotti no apretaron el acelerador. Si el Córdoba se lo hubiera creído quizá podría haber hecho más daño.

Ante el Celta veremos de verdad el nivel de los de Ferrer y se podrán empezar a sacar conclusiones más certeras. Mientras tanto, es normal ser optimista y estar orgulloso del estreno, pero con los pies en el suelo, que en el Bernabéu todo se magnifica, lo bueno y lo malo.