No es la primera vez que se lanza desde la misma fábrica de ocurrencias, entre el humo de innumerables cigarrillos, la idea de imitar "al Celta del ascenso, con 10 canteranos", al igual que tampoco es la primera vez que se afirma, con tan pronfundo como lógico desconocimiento, que el antiguo El Arcángel era propiedad del Córdoba y, quien no estuvo entonces, reclama de manera atolondrada y ultraadanista un supuesto dinero desaparecido. Pero como me centra lo deportivo, vayamos a ello: la cantera, esa parte de cualquier club que casi nunca se menciona y sólo se hace para tirar de demagogia. Poner "al Celta del ascenso, con 10 canteranos" como ejemplo muestra parecido tino al que se tiene cuando se habla del antiguo El Arcángel.

Aquel Celta del 2012 tenía en su plantilla a 12 jugadores de la tierra, que no canteranos. A esa cifra habría que restar a Jota Peleteiro y Rubén Blanco, que no llegaron ni siquiera a jugar. De los diez restantes habría que excluir, en puridad, al menos a otros cinco. Yoel llegó a los celestes con 17 años; Sergio Álvarez, también portero, lo hizo a la misma edad. Dani Abalo arribó a los 18 años, procedente de Vilagarcía y que jugó en aquella temporada 67 minutos, mientras que Toni recaló con 16 años, tras formarse durante casi cinco temporadas en el Barcelona, en donde coincidió con chavales como Bojan Krkic, Thiago Alcántara o Iago Falqué. Finalmente, Álex López se puso la celeste por primera vez a la tierna edad de 21 años tras haber jugado en Segunda más de una temporada con el Racing de Ferrol, en donde se formó como jugador. La cifra se quedaría, entonces, en cinco: Hugo Mallo, Roberto Lago, Borja Oubiña, Iago Aspas y Jonathan Vila. En cualquier caso, tener en un equipo que asciende a cuatro o cinco futbolistas que han mamado las interioridades del club desde infantiles es un mérito enorme, porque se invirtió en ellos no con 17, 18 o 21 años, sino con 10, 9, 8 o incluso antes.

Para eso se debe apostar por técnicos en los escalafones inferiores que tengan calidad para ello y fe en esos niños. Pero… ¿Cuál es el modelo de cantera que quiere el Córdoba? ¿El de Iago Aspas o el de Álex López? ¿El de Fuentes y Fernández o el de Abel Moreno? ¿El de Fede Vico o Florin Andone? ¿El de Sebas Moyano como material en una operación "cósmica"? ¿El de Bonilla o Moha Traoré? Porque si es el del rumano o el del hispanomalí -ya se ha demostrado- no hacen falta unas instalaciones "como las del Villarreal" y sí una red de scoutings u ojeadores -inversión- para confeccionar el filial a base de poderío económico y, tras un año o dos en éste, dar el salto al primer equipo o deshacerse de ellos si no han rendido.

Recientes ejemplos hay en blanco y verde de esto último. No son contrapuestos, por supuesto, y se pueden combinar, que también hay demagogia hacia el otro lado y se defiende a jugadores a todas luces insuficientes para una primera plantilla en Segunda o en Primera "porque son de aquí". Así que el Córdoba necesitará unos terrenos para construir su ciudad deportiva. Pero… ¿unos terrenos o los terrenos concretos que quiera el club? ¿Se quiere la ayuda que está dispuesto a dar el Ayuntamiento o sólo se quiere lo que interesa? Esto es, el Córdoba se ha situado en la línea de ese padre de familia que dice no tener vivienda por no poder pagarla y cuando el gobierno le entrega una de carácter social en Cañero la rechaza porque "no está en donde yo quiero, que es en el Tablero o en Trassierra".

Visto que por ese camino no hay salida por la cerrazón existente en una de las partes, la siguiente ocurrencia es que "me dejen comprar un terreno para construir mi casa y que el Ayuntamiento me recalifique el terreno". Eso, recordémoslo, con la vivienda social -que es de todos- aún vacía porque al inquilino "no le gusta el barrio". Así que antes de pensar en "el Celta del ascenso con 10 canteranos" habrá que delimitar qué tipo de cantera se pretende -el lugar para trabajar ahí está- y, sobre todo, saber si se está dispuesto a cambiar de una vez la cajetilla de las ocurrencias por una fábrica de talento real. Porque uno, viendo el club en los dos últimos años y pensando no sólo en cantera, no debe sino tararear aquello de "no queda casi nadie de los de antes, y los que hay han cambiado".