Fue justo hace una semana, al mediodía, con el mismo calor que hoy. La comida no entraba, se cerró, de repente, el estómago, se cayó el gazpacho de la cuchara. Los ojos no miraban al plato, embobados con los movimientos de la chica.

Fue el domingo, el día que a nadie le pasa nada. Pero cuando algo sucede en domingo, es enorme, y nunca se olvida. Por un día todos obviamos el fútbol y nos centramos en esa mujer que no entendíamos lo que hacía, pero que nos parecía precioso. Nada sabíamos. Ni lo que duraría su actuación, ni los puntos que le darían, ni el nivel de dificultad -solo que nos parecía imposible que pudiera moverse así-. Mirábamos el televisor sin abrir la boca.

Lourdes, la chica, así la llaman, ganó la plata y durante una semana era Lourdes por todas partes, en periódicos, radios, en internet, en portadas, a cinco columnas, entrevistas, su historia, su pueblo, la sección de deportes ya no se abría con fútbol, sino con Lourdes. Ha sido una semana extraña; extraña pero mágica, porque lo excepcional engancha. Porque ha quedado demostrado que sabemos vivir sin aquello a lo que estamos acostumbrados, que hay vida más allá.

A Lourdes le costó mucho más que una pretemporada conseguir esa plata. Ahora, agotada, con su castigado cuerpo, se marcha de vacaciones para desconectar y nos deja con el fútbol. Para que contemos lo que ya sabemos, para que escribamos lo que ya intuimos que nos van a decir.

Nos deja frente al televisor, en un bar al que se le ha roto el aire acondicionado.

- Si quieres, te apoyo en ese trago.

- Será difícil.

- Te vendrá bien para adaptarte a la realidad.

Era bastante feliz en mi mundo, aunque, joder, qué tensión en cada ejercicio. Ahora ya no es necesario mirar a la televisión. Tampoco es imprescindible hacerlo todo perfecto. Si eres portero, te pueden meter un gol olímpico.

Olímpico: Dícese de aquel tanto transformado directamente desde el córner. Gol de difícil ejecución. Cantada del guardameta.

Tan raro es ver un gol olímpico como que una cordobesa consiga una medalla en las Olimpiadas.

Ambos tendrán su portada.

Hay una gran diferencia: El precio del error. Hay errores imperdonables, que no tienen solución. Si se te cae una cinta, adiós al trabajo de un año. Si cantas en un córner, no te preocupes, habrá otro que minimice tu fallo. No siempre existen las segundas oportunidades, pero cualquiera que siga esta categoría, sabrá de sobra que hay segundas, terceras, cuartas... y hasta 30 o 42.

- ¿Cómo va el partido?

- Un pestiño.

Me sorprende la capacidad que tenemos para aguantar una hora y media delante de algo que nos está aburriendo.

Ayer el Córdoba jugó contra la Universidad Católica de Murcia, un nuevo equipo de Segunda División. Cuando Luso marcó, supe que le iban a dar un punto. También que si no llega a hacerlo, no hubiera pasado nada. El estómago se ha abierto. Atrás queda el cosquilleo. Esperaremos pacientemente a que vuelva Lourdes.