Solo fue media hora, pero suficiente. Al menos, para la mayoría de los aficionados que presenciaron el encuentro de la última jornada entre el Córdoba y el Almería. La entrada al terreno de Nabil Ghilas por un Mike Havenaar que aún necesita "adaptación", según declaró posteriormente Albert Ferrer, resultó reveladora para muchos. El internacional argelino se asoció en varias ocasiones con Fidel, Borja y Fede Cartabia, logró montar tres contragolpes con cierto criterio e incluso dispuso de un par de ocasiones claras, sobre todo la segunda, en el tiempo de descuento. Fueron argumentos suficientes para que la balanza se decante en favor del delantero cedido por el Oporto, cuyo único hándicap por ahora se centra en que aún no está en el momento óptimo de forma.

Sin embargo, la inclusión de Ghilas parece beneficiar en mucho al juego del equipo, tanto por su velocidad como por su verticalidad. Paralelamente, el beneficio para el conjunto y para el propio técnico blanquiverde se encuentra en la versatilidad que podría darle al dibujo táctico. Un nueve alto, de referencia, también tiene sus servidumbres, pero en el caso de prescindir de él e incluir a un futbolista de las características del argelino el panorama cambia. De hecho, Ghilas ha jugado en multitud de encuentros, tanto en el Oporto como en el Moreirense, cayendo a banda derecha o directamente pegado a ese costado de principio a fin. En ese caso, los intercambios de posiciones con Fede Cartabia serían una variante a valorar para el ataque cordobesista, aunque en el aspecto defensivo del equipo continuaría con el mismo problema a la hora de las ayudas a los laterales, que si bien en el Bernabéu sí se cumplieron, en buena parte de los duelos ante el Celta y el Almería fueron más difíciles de ver. ¿Sería una solución factible jugar con tres por dentro? Dos pivotes más posicionales (entre los tres de la plantilla) y uno más técnico a elegir entre el trío Rossi (con ventaja), Abel Gómez y Caballero (inminente su llegada). En ese caso habría que jugar con tres arriba en el que uno, ineludiblemente, sería Fede Cartabia. Esa opción daría margen para que ambos pivotes pudieran apoyar físicamente en los costados y liberaría al argentino de esfuerzos defensivos para concentrar todo su potencial en la línea de tres cuartos y el área rival. Un esquema, a modo de ejemplo, que sería imposible hoy por hoy con un nueve de referencia, que aporta otras virtudes al equipo, aunque sujete a éste en otros conceptos. De hecho, los aficionados eligieron antes a Xisco que a Havenaar. Lo que sí parece claro es que la irrupción de Ghilas ha demostrado que este Córdoba puede ganar mucho más en movilidad y que, paralelamente, da otras opciones al esquema del equipo.