Del flamante Balón de Oro no hubo noticias deportivas el sábado en El Arcángel. Desapareció del fútbol. Tanto que algunos colegas de la prensa de Madrid calificaban ayer el partido de CR7 como el peor desde que llegó en el 2009. Sopla. El elegido mejor futbolista del mundo se desvaneció ante el mejor Córdoba visto en la Liga BBVA. Pero como la estrella no es persona que asuma con humildad las circunstancias que llevan a tener un mal día y menos aún a apechar con sus consecuencias, terminó enseñando su peor cara, lo que agravó doblemente su mal día. Primero, convirtió el área en un cuadrilátero para repartir golpes. Después, consumada su expulsión, no tuvo mejor ocurrencia para responder a los gritos de la grada que sacar brillo a la distinción de campeón del mundo que lleva en la camiseta. Pobre, fue el único brillo que pudo sacar en toda la tarde. Ante la sanción que le puede acarrear la expulsión, el mánager de comunicación del club anduvo rápido para propagar en Twitter el arrepentimiento de la estrella. No hay rincón en el mundo en el que no se sepa que CR7 está muy arrepentido. Pero bien haría su club en no descuidar el trabajo del psicólogo para evitar esos arrebatos de niñato impresentable.