Es lo que tiene la Copa, que su incongruencia la convierte en rock o bolero. No sólo porque un equipo pueda ganarle a otro que se ha mostrado superior, sino por los diversos partidos que se viven en un mismo encuentro, porque un gol cambia todo el planteamiento, porque golpea de una manera brutal. En definiriva, porque da igual cómo se juegue, sólo vale ganar. De cualquier manera.

Si hay que hablar del primer tiempo del Lorca-Córdoba de anoche, esos primeros 45 minutos se convirtieron en una oda al ganar como sea. Para quienes propugnan que tan importante (o incluso más) es la manera de ganar que el propio triunfo, bien harían en pedir la anulación del gol blanquiverde, porque el Córdoba no existió en la primera parte en el Artés Carrasco.

El Lorca salió brioso, con un Eugeni que capitalizaba todo el juego de su equipo sin olvidar el trabajo en el mediocampo para la recuperación. El cordobés Carlos Martínez, respaldado por Pina, explotó con buen criterio una banda izquierda, la blanquiverde, en la que se situaban el chaval del filial, Víctor Mena, y el juvenil Borja Estepa. Por si fuera poco, Dani Ojeda se movía a sus anchas y se mostraba superior a Loureiro. No fueron los únicos problemas para el equipo de Carrión, que continúa generando dudas tanto en el posicionamiento como en el trabajo de recuperación de balón. Al igual que contra el Zaragoza, se pudo ver un equipo que va y otro que espera. El mediocampo lorquino, a pesar de jugar en teórica inferioridad numérica, recuperó no pocos balones durante ese primer tiempo, mientras que el cordobesista vivía agazapado en su propio campo, a la espera de los golpes del adversario.

Markovic volvió a demostrar que busca más la llegada que el orden y el trabajo de recuperación, mientras que Aguza intentaba multiplicarse, sin éxito. Álex Vallejo parecía notar la inactividad, mientras que por bandas, Alfaro apenas apareció en un par de ocasiones y a Borja Estepa parecía venirle grande el partido. La pelea de Sergi Guardiola era demasiado poco para los visitantes, que sufrían tanto en las combinaciones por dentro del Lorca como -sobre todo- con las incursiones de Dani Ojeda y de Carlos Martínez por banda. Lo único que le falló al conjunto de Curro Torres fue la finalización. A los siete minutos ya se vio aparecer a Pawel Kieszek ante Dani Ojeda. Los blanquiazules llegaban a través de centros peligrosos, como el de Carlos Martínez, que no pudo conectar bien de cabeza Dani Ojeda (min. 14) o el de Manel (min. 19). Llegarían las ocasiones más claras para los murcianos con una gran jugada de construcción que finalizaría un remate de Dani Ojeda que salió ligeramente desviado y, un minuto después, era Carlos Martínez el que ponía a prueba los tres meses en el dique seco de Kieszek, que respondió muy bien a una mano. El ritmo de la primera media hora blanquiazul (65% de posesión) tenía que bajar, pero el Córdoba apenas pudo responder con un disparo raso y flojo de Loureiro (min. 29) y un cabezazo al saque de una falta de Caro (min. 38) que Torgnascioli recogió sin problemas. Poco después, en un taconazo de Alfaro a Sergi Guardiola, el colegiado decretó un penalti más que dudoso de José Carlos al delantero cordobesista que él mismo se encargó de transformar. Increíble tras lo visto, pero el Córdoba se iba al descanso dejando en franquía el pase de ronda pese a que el Lorca mereció, por juego y ocasiones, irse con ventaja en el marcador.

El segundo tiempo no tuvo historia porque el Córdoba se encargó de que no la tuviera. Casi en la primera jugada del segundo acto, Aguza superaba la defensa rival por arriba para dejar solo a Sergi Guardiola, que ante la salida de Torgnascioli elevó también el esférico para hacer el segundo. En Copa del Rey, cuando el resultado se te atraviesa de esa manera provoca rápidamente el pensamiento en la Liga, en el próximo compromiso, en las «habichuelas» de las que hablaba Lucas Alcaraz. Y eso es lo que pasó en el encuentro de ayer.

El Córdoba lo tenía ya todo hecho y el Lorca tenía que anotar tres goles en 40 minutos para pasar de ronda. Lógicamente, el ritmo con respecto al primer tiempo bajó varios puntos y los cordobesistas lo aprovecharon para anotar el tercero gracias a otro regalo de José Carlos, que aprovechó Aguza para meter un pase interior a Vallejo, que dejó que Markovic anotara.

GOLES PARA NADA / El Lorca estaba tan peleado con el gol que incluso al trantrán y en un golpe franco directo Eugeni estrellaba el balón en el palo derecho de Pawel Kieszek (min. 66). Ni tan siquiera con el marcador tan claro el Córdoba lograba hilar una jugada mínimamente consistente como para creer no ya en que el triunfo era lógico (imposible), sino pensando en el futuro, en lo que importa: la Liga. Una pérdida en mediocampo provocaba un disparo de Dani Ojeda que se marchaba a córner. Eugeni ponía el balón en la cabeza de Holgersson, que obligó a otro paradón de Kieszek a una mano. Incluso en el siguiente saque de esquina también tuvo problemas la defensa blanquiverde, que permitió generar peligro al rival.

Los dos goles locales provocaron una sonrisa irónica en más de uno. Ya no había nada que hacer y el Córdoba pasaba la eliminatoria tras un mal partido en el que lo único salvable fue Guardiola. Sergi, no José, aquel que cantaba «yo arranqué por ti una flor, talismán que cuidaba de mí».