Cuando allá en diciembre se barruntaba que a este Córdoba podía sentarle bien una defensa con tres centrales y dos carrileros aún no había entrado en barrena y, de hecho, tenía hasta unos números correctos tras la llegada de Carrión.

El catalán implantó ese sistema después de probar todos los posibles antes: desde mantener un 1-4-2-3-1 hasta el 1-4-1-4-1 y, por momentos, el 1-4-4-2. Y lo hizo en el momento ideal, aunque para algunos no lo fuese: en la visita al Ciutat de Valencia. Ya entonces, y a pesar de la derrota, el equipo tuvo otro aire en la primera mitad. Hace poco más de un mes, en la visita ante el Huesca, Carrión utilizó por última vez en El Arcángel una defensa de cuatro, con un doble pivote formado por Aguza y Caballero, con Javi Lara de mediapunta, intercambiándose en la izquierda con Juli y con Pedro Ríos por la derecha.

Y los números cantan no sólo al comparar aquel encuentro con los siguientes visitantes a Córdoba, Alcorcón y Zaragoza, sino que pone de relieve que aquel milagro ante los alfareros fue, posiblemente, ese golpe de suerte que necesitan todos los equipos para seguir creyendo en lo que hacen.

Porque si las sensaciones entonces no fueron buenas, los números resultan peores. Pero, en cualquier caso, lo mejor para este Córdoba ha sido desembarazarse de esa idea de tener el balón por tenerlo, de la posesión sin resultado dañino para el adversario e intentar así tener algo más de verticalidad y, sobre todo, menos fragilidad defensiva. En esto último aún se afana el técnico blanquiverde, pero por lo pronto la pequeña evolución positiva se refleja en los números estadísticos, recogidos por la plataforma de scout deportivo Instat.

Con aquella primigenia idea del catalán, el Córdoba llevó 53 balones al área del Huesca, aunque sólo 22 tuvieron receptor. Dos visitas después, ante el Zaragoza, 19 tuvieron receptor -sólo tres menos- para lo que tuvo que llevar 39 balones. Ante los del Alto Aragón, el Córdoba disparó en 17 ocasiones contra la portería rival (una cifra importante), aunque solo tres llegaron entre los tres palos. Contra el Zaragoza, el Córdoba disparó en 15 ocasiones, siete de ellas entre los tres palos. La llegada al área y la calidad de esa disposición en el área rival aumentaron significativamente. Además, sin necesidad de realizar tanta circulación en el mediocampo, el Córdoba inició durante el encuentro contra los maños 112 jugadas, mientras que ante el Alcorcón o el Huesca se quedó en 106. Contra los alfareros le sirvió para disparar tan sólo en seis ocasiones (cuatro de ellas entre los tres palos); ante los maños sirvió para los 15 disparos mencionados.

Tener la posesión necesaria, pero sin cometer errores. Curiosamente, y fruto de esa pequeña evolución y del cambio de sistema, mientras que ante el Huesca se perdieron 90 balones y ante el Alcorcón 105, contra el Zaragoza se quedó en 86, casi 20 balones perdidos menos que ante los alfareros. En lo que a recuperaciones se refiere, el equipo no sufre, aunque es cierto que debe aumentar la intensidad. Contra el Huesca, el Córdoba recuperó 68 balones, ante el Alcorcón, 60, y ante el Zaragoza, 58, aunque recuperó la misma cantidad de balones en campo contrario en los tres encuentros: 10.

Un dato demoledor del encuentro ante el Alcorcón: el Córdoba perdió esos 105 balones, como se ha comentado, pero lo terrorífico es que 25 de ellos fueron en campo propio. Ante el Zaragoza fueron 15 y ante el Huesca, 10. Otro aspecto en el que se ha de mejorar si se pretende alcanzar el objetivo, real, de la salvación.

El último dato que refleja la lenta metamorfosis que intenta este Córdoba se refleja en el número de pases que da el equipo en cada encuentro. En la derrota ante el Huesca, el Córdoba dio 528 pases (429 con éxito), en el triunfo milagroso ante el Alcorcón, 496 (386 con éxito) y en la victoria ante el Zaragoza, 420 (337 con éxito). Es decir, más de 100 pases menos entre el triunfo logrado contra el Zaragoza que en la derrota cosechada ante el huesca con un 1-4-2-3-1. De ahí que la relación de posesión con respecto al rival haya descendido: 59 a 41 ante el Huesca, 56 a 44 ante el Alcorcón y 54% a 46% en el encuentro ante los maños.

Como dato curioso y para recalcar lo beneficioso de este sistema y la llegada de un carrilero como Bíttolo, baste reseñar el protagonismo del argentino en el triunfo ante el Zaragoza. Bíttolo fue el hombre que más combinó con sus compañeros durante todo el encuentro. El que más, con Javi Lara (29 combinaciones), también el segundo en esa clasificación, aunque en esta ocasión con Cisma (21), y también el quinto, por sus 11 combinaciones con Alfaro. En tercer lugar, Luso con Caro (21) y en cuarto, Bergdich con Caro (13). Pero de esas combinaciones, Bíttolo realizó 40 con dos hombres de ataque.

El argentino es la prueba de que hay que dar tiempo, desde luego, pero mantener en esa línea movilidad y dinamismo. Es la vía para seguir creciendo.