Como se decía en la previa, caer en la Copa no es ningún drama. Y menos cuando se comprueba lo justito que va este Córdoba en varias zonas y conceptos. Es cierto que ser goleado nunca es agradable y si es ante tu parroquia, menos. Aunque ésta, anoche, más que parroquia fue grupo catequista, porque no llegaron a 5.000. Pero más allá de los deseos del club y de no pocos aficionados, no le vendrá mal a esta plantilla centrarse sólo en la Liga, porque con la competición semanal tendrá trabajo de sobra.

El Tenerife se llevó el pase en un partido muy de ida y vuelta, con desajustes defensivos de ambos equipos -mucho más en los locales- y con la sensación de que uno de los problemas que puede generar este Córdoba a los rivales es no saber por dónde les va a salir. Los cambios de sistema en Liga vivieron ayer un redoble más que atípico, con dos líneas de cuatro y dos arriba: Markovic y el chaval Sillero. En la línea de mediocampo, un doble pivote con Álex Vallejo y Esteve, mientras que Caballero falseaba por la derecha la posición. Así, durante un cuarto de hora, los de Carrión conseguían llegar con cierta claridad y hasta con muchos hombres. Caballero conectaba con casi todos partiendo desde la derecha. De hecho, el gol local (min. 14) llegó por la izquierda, en donde Romero avanzó para conectar con Caballero, que sirvió a Markovic para que éste anotara.

Esa sorpresa, el disfraz de mutante que le valió en Liga al Córdoba para ganar al Tenerife pareció también valerle para la Copa tras cambiar de nuevo la máscara. O matizarla. Ese aparente -quizá no tan aparente- desorden tenía un problema defensivo en forma de agujero negro. Tardó el Tenerife 15 minutos en darse cuenta, pero a partir del gol del serbio, la banda derecha del Córdoba, zurda del Tenerife, fue de Iñaki. Un problema más de planteamiento que de hombres, aunque éstos no estuvieron afortunados. El gol del empate llegó por dentro tres minutos después, gracias a una gran jugada de Víctor Casadesús culminada por Brian.

En un duelo, en todo caso, de cierta tibieza táctica y convertido en ocasiones en correcalles, el Tenerife lograba asustar incluso a balón parado (Aveldaño, min. 21), mientras que Caballero volvía a conectar con Markovic, aunque al disparo del serbio y posterior rechazo de Carlos le faltó un poco más de picardía del joven Sillero. De nuevo Aveldaño apareció a balón parado y Stefanovic voló para evitar el gol, que no pudo evitar dos minutos después con una nueva subida de Iñaki, al que ni Caballero ni Loureiro lograron detener, con lo que Víctor Casadesús tan sólo tuvo que empujar el esférico a la red.

A partir de ahí, el Tenerife se encontró más cómodo. Se echó atrás esperando la ocasión para contragolpear, mientras que el Córdoba lo intentó, aunque casi siempre con alguna aventura individual y transmitiendo una sensación de excesiva debilidad.

El duelo bajó aún más en la segunda mitad y tan sólo media docena de chispazos aliviaron el letargo. Un gol en propia puerta de Vallejo (tercero para el Tenerife), tras una nueva subida de Iñaki. Una incorporación al ataque de Josema que era medio gol y a la que Sillero no supo colocar la guinda. La enésima aparición de Iñaki a la que respondió Stefanovic (min. 70) o dos llegadas de Galán y Markovic que no generaron excesivos nervios a Carlos (min. 86). El cuarto gol, a balón parado de nuevo (Aveldaño, min. 91), sólo certificaba la superioridad chicharrera y el «favor» a un Córdoba que, vista la segunda unidad, le vendrá de perlas centrarse en una Liga en la que, si se reafirma en lo visto, bastante esfuerzo le supondrá.