Es difícil hablar de fútbol cuando un equipo, de esto, sólo tiene el apellido. Esa efe que remata al Córdoba, justo detrás de la palabra club, debería estar borrada durante un tiempo de los membretes, publicidad y todos los documentos o prendas que haya en El Arcángel. Claro que, puestos ya en ello, el término «club» puede que también le venga grande al Córdoba, en general. Al menos en esta etapa en la que posiblemente sean los jugadores los menos culpables de lo que está ocurriendo. Los menos culpables de los que están dentro, mientras que los que están fuera vivieron una de las jornadas más negras que se recuerdan en blanco y verde. En cualquier caso no es sino la consecuencia del verano que recientemente acabó, lleno de delirios de cordura, lo cual no deja de provocar una mueca irónica al confirmar lo que hace ya tiempo se barruntaba.

La plantilla del Córdoba está realizada por alguien que no es profesional del fútbol, por más que se empeñe en serlo por ser propietario. Ahora, en las malas, le dirán que no, que la ha realizado «un equipo», que hay un responsable deportivo -como en años anteriores- y, de esta manera, todo lo que se decía durante la lluvia veraniega de láminas del test de Rorschach no era verdad. De nada ha servido la línea claramente decadente que ha marcado el equipo, camino ahora de su cuarto fracaso consecutivo en otros tantos años. De nada ha servido salvarse en la penúltima jornada liguera la pasada temporada. De nada han servido los avisos de todo tipo, deportivos y económicos que le ha mandado a este Córdoba el propio fútbol.

El empeño sistemático ha sido faltarle el respeto al fútbol y ahora, el fútbol, va devolviendo, jornada a jornada, goleada a goleada, esos desdenes, medias verdades o, directamente, mentiras.

Hablar del partido del Córdoba en Valladolid sería también, por lo tanto, una falta de respeto al fútbol. Pero sí se puede analizar cómo jugó el rival e insistir en lo que tiene o no tiene este plantel. El equipo de Deivid y Antoñito jugó a placer durante todo el encuentro. No tuvo rival. Es el Valladolid un candidato a pelear por las eliminatorias de ascenso y, lógicamente, tiene sus deficiencias y virtudes, aunque ante el Córdoba sólo se le vieran las últimas. Si se avisó, porque es obvio, que Mata busca muy bien la espalda de las defensas rivales, Mata logró su gol. Si se denuncia casi cada semana los problemas de colocación y a balón parado, Óscar Plano logró un gol olímpico. Si se ha insistido en la falta de consistencia por dentro de este equipo y también, cómo no, en la línea defensiva, Ibán Salvador abría el marcador en una buena jugada por dentro, en la que recibió un pase de Óscar Plano. Es decir: el Córdoba cumplió, punto por punto, con todos los defectos que se vienen pregonando y el Valladolid, simplemente, se limitó a explotarlos. Ahora, quien pregonaba hasta hace unos días que había hecho él -y solo él- la plantilla, comenzará a exponer cabezas que entregar a la masa.

La imagen dada por el Córdoba, sobre todo en la primera parte en el Zorrilla, quedará por desgracia en la retina de no pocos. Y en la segunda, no pudo, no supo o no quiso. Quién sabe ya. A Carrión se le preguntó en la previa si el problema podía estar en la falta de carácter del plantel, en general, o si al menos era un problema psicológico. Descartó ambos. Por lo tanto, queda el aspecto técnico individual y el táctico. Y tampoco en esos parámetros sale bien librado su equipo. De nuevo líneas rotas, de nuevo jugadores rebasados en el uno contra uno, de nuevo los huecos por dentro con tres mínimos pases del adversario. El Valladolid, por su parte, hizo simplemente un partido lógico. Dos carrileros incorporándose al ataque y recibiendo en carrera, un mediocentro defensivo que cubría a sus centrales, otro que intentaba -y lograba- conectar con sus bandas y un mediapunta, Ibán Salvador, que hizo lo que le dio la gana durante casi todo el tiempo que estuvo sobre el césped. Poco más de media hora de partido y el Valladolid lo tenía resuelto por 3-0.

Posiblemente, lo más dramático se produjo en el último cuarto de hora del partido, cuando encajó el equipo de Carrión el cuarto gol y, con uno menos por la injusta expulsión de Edu Ramos, se veían dos líneas de cuatro metidas atrás para intentar evitar el quinto gol que no llegó de milagro y un delantero, 30 metros por delante, entre cuatro rivales ejecutando un rondo.

A partir de aquí quien decide deberá volver a hacerlo. Después del descenso de Primera, este Córdoba sufrió para meterse en el play-off de ascenso y lo hizo gracias a aquella triple efe. La pasada campaña se salvó en la penúltima jornada y en esta va camino de meterse en puestos de descenso de nuevo y siendo el equipo más goleado de Segunda. Posiblemente la decisión debería tener más que ver con la llegada de profesionales para que decidan y dejar de faltarle el respeto al fútbol. Pero volverá a ser la de ofrecer cabezas sin ton ni son. Cabezas que ocupan puestos que deberían ser ejecutivos, pero que son de acompañamiento. El triste espectáculo sobre el césped tuvo un colofón en el palco del Zorrilla y, posteriormente, -por si no hubiera sido suficiente- en el mismo autobús del equipo. Delante de cámaras y aficionados. Posiblemente fuera lo que el club entiende, porque así los denominó el pasado verano, «delirios de cordura». Para los que asistimos desde fuera es el enésimo delirio de locura en el que está instalado el Córdoba.

Ficha técnica:

Real Valladolid: Masip; Antoñito, Deivid, Kiko Olivas, Ángel; Borja, Luismi (Cotán, m.76); Hervías (Gianniotas, m.60), Óscar Plano, Ibán Salvador (Toni, m.70) y Mata.

Córdoba CF: Kieszek; Caro, Joao Alfonso, Josema (Javi Lara, m.46), Pinillos; Edu Ramos, Alfaro (Jovanovic, m.46), Aguza; Javi Galán, Sergi Guardiola y Jona (Jaime Romero, m.64).

Goles: 1-0, m.14: Iban Salvador. 2-0, m.23: Óscar Plano. 3-0, m.35: Mata. 3-1, m.51: Sergi Guardiola. 4-1, m.72: Luismi.

Árbitro: Daniel Ocón Arráiz (C.T Riojano). Amonestó a Ángel (m.55), del Real Valladolid, y a Edu Ramos (m.30 y 67 -roja-) y Aguza (m.42), del Córdoba.

Incidencias: Partido correspondiente a la séptima jornada de Segunda División disputado en el Nuevo Estadio José Zorrilla ante 8.613 espectadores.