En muchas ocasiones, los planes no salen como se planificaron en un principio y se deben cambiar sobre la marcha. Esto es lo que le está sucediendo al Córdoba en esta pretemporada en la que todo el ruido se encuentra lejos del terreno de juego en todo lo que concierne al límite salarial y, en estos últimos días, al pago del segundo plazo de la operación de compraventa del club entre Aglomerados Córdoba y Azaveco.

Pero más allá de lo que ocurra en las oficinas de la entidad, la realidad es que la plantilla blanquiverde disputó ayer su primer partido de esta pretemporada. Eso sí, un choque ante un rival de la entidad del Celta de Vigo. Tras este choque, el Córdoba tiene previsto disputar, de momento, tres partidos más ante el Linares, el Marbella y el Zamora, además del partido de presentación en El Arcángel cuya fecha y rival se conocerán en los próximos días.

Una circunstancia diferente a la pretemporada pasada, ya que tal fecha como la de ayer, pero hace un año, el Córdoba dirigido entonces por Luis Carrión disputó su segundo bolo veraniego ante el Écija por 1-3. Partido que consiguió vencer. Cuatro días antes, la plantilla blanquiverde disputó su primer amistoso veraniego ante el combinado del Kenya All Star, al que doblegó por 4-0.

Pero la diferencia más notable entre la preparación de este año y la del verano pasado estuvo en la plantilla. A diferencia de este año en el que la única novedad ha sido Francisco, el Córdoba de la pasada campaña llegó a estas alturas de verano con nueve fichajes, siete de los cuales se hicieron oficial el 2 de julio del 2017, en la segunda jornada del mercado de fichajes.

En esa pretemporada el Córdoba ganó los ochos partidos que disputó, aunque el signo de la temporada fue bien distinto ya que obtuvo la permanencia en la última jornada.

Una buena preparación puede ofrecer buenas sensaciones de cara a la competición oficial, pero el verano no siempre es espejo del periodo serio.