Se acabó. El Córdoba certificó matemáticamente su permanencia en Segunda una temporada más tras imponerse en Vallecas por 1-2 en un encuentro que se podía denominar de guante blanco. Nada se jugaba el Rayo, sí el Córdoba, aunque mirando de reojo a unos rivales que fallaron en sus intenciones la mayoría. Y ese cóctel dio para lo que dio.

Los finales de temporada de los últimos años de este Córdoba, esté donde esté en la tabla, viven un denominador común. El búnker en el que se convierte el club una vez cerrada la campaña de abonados de cada verano comienza a abrirse justo en estas últimas jornadas. Lógicamente, no de manera oficial, sino que va abriéndose camino a través de sus catacumbas, dejando escapar leves destellos de la luz que interesa que se vea. Poco más. Continuidades de unos, adioses de otros, incluso hipotéticos traspaso de alguno. Y, cómo no, tampoco falta la recurrente venta del club.

En ese gazpacho, los que están en el vestuario deben solventar la papeleta. Hace una temporada, meterse en las eliminatorias de ascenso como fuera, de manera angustiosa. En esta campaña, salvar la categoría por lo civil o lo criminal. Y el club, a lo suyo: tinta de calamar.

Así, a la mayoría de profesionales hay que reconocerles el esfuerzo para solventar el marrón.Como en cualquier grupo, incluida la afición, no hay homogeneidad y cada uno es de su padre y de su madre. Pero hay que reconocer que el grueso de los jugadores que han conseguido esta permanencia han hecho lo que han podido, que distaba mucho de lo que había prometido el club. Se debe reconocer que torear con el regate veraniego de los de arriba y comerse el marrón de una salvación no esté al alcance de muchos. De ahí que incluso el partido de ayer, en Vallecas, no merezca mucho más análisis del que se intuía en los días previos y que se confirmó a posteriori.

Salió el Rayo Vallecano los primeros minutitos con muchas ganas de rondar la portería de Kieszek y con un Baena que monopolizaba casi todas las finalizaciones de los franjirrojos. Y ya antes de los cinco minutos se abría el marcador a través del malagueño, que recibía un balón de Lass para amagar con la derecha y lanzar un zurdazo al primer palo al que no pudo llegar Kieszek.

Precisamente, el polaco volvió a erigirse en uno de los dos o tres mejores jugadores blanquiverdes, a pesar de su lesión en el meñique derecho. Incluso en un encuentro que parecía, casi, de pretemporada, Kieszek tuvo que aparecer en varias ocasiones para evitar el gol vallecano.

Pero si antes de los cinco minutos se había adelantado el Rayo, antes de los 10 empataba el Córdoba. Un balón de Piovaccari en el área era transformado por el italiano en una gran asistencia a Javi Galán, que batía a Gazzaniga. Esos minutitos de cierta alegría rayista dejaron paso a un partido más bien ramplón. Sólo rompieron esa línea plana del choque Javi Galán, con un disparo al larguero cerca de la media hora de partido, y cómo no, Raúl Baena, con un nuevo disparo raso que encontró contestación en el polaco.

En cualquier caso, viendo los resultados de los rivales por la permanencia, ésta nunca pareció peligrar durante la tarde, sobre todo viendo lo que se contemplaba en el césped de Vallecas.

Tras el descanso, Fran Beltrán volvió a poner a prueba al polaco y Embarba no encontró la manera, dentro del área, de hallar la portería blanquiverde. Justo después de esa mini ocasión franjirroja, llegaba el que sería el tanto del triunfo del Córdoba. Una internada de Antoñito hasta el fondo terminaba con un pase atrás a Alfaro que, con el exterior, cruzaba el balón a Gazzaniga, que hizo la estatua.

No se había jugado, siquiera, una hora de partido, pero éste pareció terminar ahí. La grada de Vallecas, junto a los cordobesistas desplazados, se dedicaron a recordar a Martín Presa, a Tebas y, cómo no, a los González. Y desde abajo pareció darse por bueno. Llegó el carrusel de cambios y hasta un gol concedido, como el que tuvo Rodri a centro de Javi Galán para empujarla, que se marchó por la línea de fondo.

Eso sí. No podía irse el encuentro sin otra nueva parada de Pawel Kieszek, en el tiempo de descuento, a un gran disparo desde la frontal de Jordi Gómez que el polaco salvó a una mano.

Los jugadores, con justicia, celebraron esa permanencia. Ellos saben bien todo lo que ha pasado en esta temporada. Desde la promesa realizada por el club, la plantilla que se confeccionó con incomprensibles limitaciones económicas, así como el relevo en el banquillo.

Unas decisiones que siempre sufren el proyecto y el aficionado. Pero también, en ocasiones, incluso el propio profesional, dado que el único objetivo que se cumple en las tres últimas temporadas es el económico. Y de manera más que holgada.

Si hace un año la temporada fue calificada por el club como de «notable alto o sobresaliente», soslayando cualquier atisbo de autocrítica, será curioso escuchar la calificación a la que se cierra el próximo sabado ante un equipo ya de Primera: el Girona, adversario ante el que se luchó la eliminatoria de ascenso hace sólo un año.

Para intentar hacer olvidar este espejo, el análisis de la temporada y tantas y tantas cosas, a partir de esta semana empezará lo bueno. Hablar de entrenador sin saber qué plantilla o cuánto de inversión. También de idas y venidas. Y hasta de ventas. Ahora empieza el espectáculo. Porque el fútbol es sólo la excusa.

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Rayo Vallecano: Gazzaniga; Galán, Amaya, Chechu Dorado, Alex Moreno; Lass (Cristaldo, m.58), Trashorras (Javi Guerra, m.69), Fran Beltrán (Jordi Gómez, m.58), Embarba; Raúl Baena; y Manucho.

Córdoba: Kieszek; Antoñito, Caro, Deivid, Mariano Bittol; Edu Ramos, Javi Lara (Luso, m.74); Alfaro (Juli, m.85), Aguza, Javi Galán; y Piovaccari (Rodri, m.57).

Goles: 1-0: M.4 Raúl Baena; 1-1: M.9 Javi Galán; 1-2: M.56 Alfaro.

Árbitro: Cordero Vega (Comité cántabro). Amonestó a Amaya (65), Baena (80), del Rayo; y a Piovaccari (52), Antoñito (68), del Córdoba.

Incidencias: encuentro correspondiente a la jornada 41 de Segunda División, disputado en el estadio de Vallecas (Madrid), ante 8.216 espectadores.