Siempre hablando claro y con serenidad. Incluso con 23 años y con una polémica en la que le metieron en Elche porque no lo había fichado el entrenador de entonces, Claudio, que fue claro con él: «Si te ganas el puesto te daré un dorsal». Y se lo ganó, claro.

Con naturalidad recordó su paso por el Córdoba, sus maneras opuestas de ver el fútbol con respecto a cómo lo veía Javier Zubillaga, sus anécdotas en tantos equipos a pesar de que entonces sólo contaba con 23 años. Luego, la vida le depararía media docena larga más, incluido un paso por Primera en el que anotó un golazo, el primero del Éibar en la máxima categoría del fútbol nacional.

En verano podías cruzártelo por la calle y hablar de fútbol y del Córdoba con total naturalidad y, siempre, con el club blanquiverde como denominador común. Siempre. Ya entonces, en Elche, y a pesar de que sólo hacía cuatro años que había salido, tenía como punto de referencia el blanco y verde. «No hay un cordobés que no quiera jugar en el Córdoba», comentó, aunque también recordaba poco después que «nadie es profeta en su tierra». Desde entonces hasta ahora, apareció por todos los medios nacionales tras el gol copero al Real Madrid, pero a pesar de aquellas luces, ya en el 2009, reconocía sentir «envidia sana de Pepe -Díaz- y de Javi -Flores», «unos fenómenos» para el montoreño que, desde hoy, ya podrá abandonar ese sentimiento. Vuelve a ser del Córdoba.