La mañana del miércoles 18 de diciembre del año 1996 no pudo empezar peor para la ciudad de Córdoba. Cuatro atracadores toman al asalto la sede del Banco de Santander de la calle Gondomar y, en su huida, asesinan a balazos en la zona de El Pretorio, junto a la Diputación, a María de los Ángeles García García, de 40 años, y a María Soledad Muñoz Navarro, de 36.

Ambas eran agentes de la Policía Local de Córdoba y seguían al coche que los atracadores había robado a mano armada y en el que también llevaban de rehén al guardia de seguridad de la empresa Securitas Manuel Castaño. Algo más adelante, en la avenida de Los Omeyas, la Policía Nacional alcanzó el coche donde intentaban escapar los delincuentes, produciéndose un tiroteo en el que, además de dos de los atracadores y dos policías nacionales, resultó herido de gravedad Manuel Castaño. Los otros dos delincuentes consiguen huir, aunque uno de ellos fue localizado y detenido poco después en un bar de las proximidades del tiroteo.

Los hechos conmocionaron a una ciudad y a una provincia poco habituadas a sucesos de tal magnitud, conmoción y miedo que se mantuvieron durante toda la jornada pues uno de los tres integrantes de la después conocida como «banda de la nariz» permaneció huido durante toda la jornada. Finalmente, el cuarto asaltante pudo ser detenido en un bar de Bujalance, después de haber secuestrado un taxi para huir por la ciudad y más tarde utilizar un todoterreno, según contaba Diario CÓRDOBA en su edición del jueves 19 de diciembre. Los atracadores habían logrado un botín de unos 50 millones de pesetas, además de joyas, oro y documentos, que fueron recuperados.

Tras los hechos, se instaló la capilla ardiente de las dos agentes en el Ayuntamiento, al tiempo que el alcalde, Rafael Merino, decretaba tres días de luto oficial y el Ministerio del Interior concedía a las dos policías la Medalla al Mérito Policial. Un monolito en el lugar donde cayeron las dos agentes en acto de servicio rememora aquel luctuoso suceso, que aún hoy se recuerda con estupor.