El reloj marca las dos y cinco de la tarde. Algo más de cuarenta grados a la sombra y, pese a ello, miles de montillanos permanecen impasibles bajo el riguroso sol de la Campiña. Las campanas de todas las iglesias comienzan a repicar a gloria cuando un autocar asoma por Los Cuatro Caminos y avanza lentamente por la avenida de Andalucía. Es 2 de julio de 1989 y San Francisco Solano regresa a su ciudad natal cuatrocientos años después de su partida.

El próximo sábado se cumplen 27 años de una efeméride excepcional e irrepetible, en la que Montilla entera se echó a la calle para recibir el cráneo del Evangelizador de las Américas, procedente de la capital peruana. Un acontecimiento histórico que ponía el broche de oro a una apasionante aventura que arrancó once meses antes, a instancias de los montillanos Manuel y Vicente Ruz Feria que, rápidamente, contaron con el respaldo de otros paisanos -algunos de ellos ya desaparecidos- como Joaquín Alguacil López, Antonio Herrador Navarro y Agustín Trapero Márquez, todos ellos miembros de la hermandad patronal de San Francisco Solano y Nuestra Señora de la Aurora, para organizar un evento que, ya por aquel entonces, se les antojaba histórico.

Para ello, acordaron formar una comisión en la que estuvieron representados diversos colectivos montillanos, además de vecinos a título particular, sin olvidar el propio Ayuntamiento, por medio de sus concejales José Luis Márquez Ruiz y Blas Casado Urbano.

Tras un sinfín de gestiones con el Obispado y con la Embajada del Perú en España, Montilla se disponía por fin a recibir a su paisano más ilustre. Y lo hizo a lo grande. Nunca antes se había echado a la calle tanta gente para manifestar públicamente un sentimiento común.

Durante los quince días en los que el cráneo de El Santo permaneció en Montilla no dejaron de sucederse actos en honor del patrón, cobrando especial sentido las visitas a los conventos y a los enfermos.

Casi doce meses después, el cráneo fue objeto de un robo que, veintisiete años más tarde, sigue sin ser esclarecido.