Hace 24 años Córdoba contaba solo con dos puentes para unir la dos orillas del Guadalquivir, el Romano y el de San Rafael. El día 25 de septiembre de 1992 el alcalde, Herminio Trigo, y el consejero de Obras Públicas y Transportes de la Junta, Juan José López Martos, colocaban la primera piedra del que se convertiría en el tercer puente, el de El Arenal, diseñado por los ingenieros José Antonio Fernández Ordóñez y Julio Martínez Calzón. El nuevo viaducto estaba presupuestado en 852 millones de pesetas (más de 5 millones de euros), que fueron sufragadas por la Junta dentro del programa Andalucía 92, y debía estar acabado para mayo de 1993 con el fin de facilitar el acceso a un nuevo recinto ferial, El Arenal.

La obra era de gran envergadura. Primero, porque Córdoba estrenaba puente cuarenta años después del viaducto de San Rafael. Segundo, porque era el principio de una de las operaciones urbanísticas más importantes de las dos últimas décadas, el plan especial del río, con la que el Ayuntamiento pretendía que la ciudad dejara de vivir de espaldas al Guadalquivir. Al acto acudieron un gran número de autoridades y fue recogido ampliamente en las páginas de Diario CÓRDOBA.

El puente, de 220 metros de longitud por 21,5 de ancho, tiene un vano central de 110 metros y dos laterales de 55, y combina lo clásico con lo moderno. En su construcción se usaron hormigón blanco en las pilas y acero y cobre aleado con estaño en la estructura metálica. El puente fue concebido como «una joya» para adornar el río.

Veinte años después de su estreno, el 7 de agosto del 2003, el puente sufrió un incendio provocado que lo mantuvo cortado durante un mes y obligó al Ayuntamiento a encargar pruebas de carga y a un exhaustivo análisis para su reapertura. El propio Martínez Calzón asistió a esas pruebas y aludió a los cambios que había sufrido el entorno. En estas dos décadas transcurridas, al puente de El Arenal le han salido más compañeros, los de la autovía, Miraflores, Andalucía y Abbas Ibn Firnás, que ha sido el último ingenio para cruzar el río.