Hace dos décadas empezaban las obras de una de las infraestructuras más demandadas, la estación de autobuses de Córdoba. El 27 de junio de 1996, el consejero de Obras Públicas, Francisco Vallejo, asistía al acto de colocación de la primera piedra de este edificio con capacidad para dar servicio a más de cinco millones de viajeros al año. Tanto él, como el alcalde, que en ese momento era Rafael Merino (PP), destacaron que era una deuda pendiente que tenía la ciudad y que debería haberse iniciado hace mucho tiempo. Córdoba era entonces la única capital andaluza sin una estación de autobuses. El comienzo de los trabajos fue recogido en la portada de CÓRDOBA del 28 de junio y en página interior.

Veinte años después, Rafael Merino considera que «fue un acierto ubicar la estación de autobuses junto a la estación del AVE, porque creaba un equipamiento de servicios públicos de transporte para la ciudad y la provincia». Asimismo, también estima que «fue un acierto la colaboración entre administraciones, la local y la autonómica», que demuestra que «cuando tienen voluntad de entendimiento se consiguen cosas buenas para la sociedad cordobesa». El tiempo transcurrido demuestra que no han hecho falta grandes reformas de aquella infraestructura, que «sigue como el primer día» y «da un servicio muy correcto tanto a la provincia como para el transporte a otras provincias».

Esa obra fue una de las primeras actuaciones que se llevaban a cabo en el plan Renfe y que iniciaban su gran transformación. En este sentido, Merino piensa que «el plan Renfe que diseñamos desde el Ayuntamiento fue un acierto que los cordobeses disfrutan y mereció la pena el esfuerzo que hicimos». Es más, hoy Rafael Merino no echa en falta nada en esa zona, que quedó «perfectamente acoplada, que unió dos territorios de la ciudad que estaban siempre divididos por las vías del tren y el famoso viaducto que había». A su juicio, «ha quedado una obra muy completa en sus justos términos, con grandes zonas ajardinadas y un espacio de ocio para los ciudadanos».