Aún permanecía en la memoria colectiva de la ciudad el más que polémico caso de 1985, cuando el alcalde Julio Anguita tomó la salomónica decisión de enterrar los restos arqueológicos aparecidos en la avenida del Gran Capitán, cuando en noviembre de 1991 las catas previas a los trabajos de un nuevo aparcamiento, este en la avenida de La Victoria, frente a Puerta Gallegos, sacaron a la luz nuevos vestigios relevantes.

Fue el compañero José Luis Rodríguez quien aquel 27 de noviembre dio cuenta a los cordobeses del, a todas luces, importante hallazgo, teniendo que hacer el siempre delicado equilibrio entre la inmediatez de la noticia y la pausada elaboración de hipótesis de los arqueólogos, más aún con toda Córdoba expectante. Los primeros indicios apuntaban a restos de una estructura romana y a un gran pedestal del siglo XVIII, informaban los expertos, mientras que los más reconocidos historiadores recordaban la existencia en este entorno de señeras construcciones islámicas o del antiguo convento de Nuestra Señora de las Huertas.

Día a día, puntualmente, Diario CÓRDOBA fue informando de los avances de la investigación hasta la identificación de los restos como parte de un mausoleo romano monumental junto a una vía romana parte de la emblemática Vía Augusta.

El proyecto de párking pasaría a segundo plano y sucesivos gobiernos locales promovieron la recuperación y puesta en valor de un conjunto funerario y de vías romanas a través de la necrópolis del siglo I, que fue la mayor al Occidente de Roma. Más aún, marcó una cierta inflexión sobre cómo entender la riqueza arqueológica (tampoco mucha, aunque al menos ni se le echaba arena ni se arrasaba directamente) y propició que se pusiera en valor un conjunto romano único que ahora es un atractivo más de la ciudad para cordobeses y visitantes.

Por cierto, al final se construyó un párking en La Victoria, y a poca distancia en un suelo sin apenas restos. Lo que no quita que también fuera polémico en su momento por el temor que despertó en el vecindario.