La tarde y su codicia de luz roja, con la lluvia de barro embozando la vista. Si la justicia no es ciega, ¿para qué la queremos? ¿Qué ventaja tendrá sobre el diente por diente, con su azar peregrino? Por ahora sabemos que el Partido Popular y el Gobierno --monta tanto-- siguen respaldando al presidente de Murcia. No es un buen augurio para Pedro Antonio Sánchez: por ahora, casi cada vez que Mariano Rajoy ha salido a poner la cara por alguien, ha acabado procesado. Ahora entramos en la terminología y en la propia promesa de Pedro Antonio Sánchez: dimitir, sí, en el caso de su imputación. Sus defensores dicen que dicha imputación es «administrativa», pero ya se verá. El caso es que la duda planea sobre el ministro de Justicia, Rafael Catalá: si reveló, o no, información privilegiada al presidente, contándole cuántos fiscales no emprenderían acciones contra él. Mientras tanto, para alentar el cóctel, Manuel López Bernal, exfiscal superior de Murcia, tras haber sido relevado por el nuevo fiscal general, José Manuel Maza, ha denunciado públicamente las presiones sufridas. La respuesta del ministro ha sido que el exfiscal «debería haberla puesto en conocimiento de la Fiscalía para ser tutelado en sus derechos», algo que Manuel López Bernal asegura haber hecho, junto a varias denuncias policiales, además de comunicarlo a la Delegación de Gobierno. Más allá de que la oposición pida explicaciones por los relevos de José Manuel Maza en varias fiscalías, casualmente relacionadas con casos de corrupción, los ministros de Justicia e Interior deben darlas, pero inmediatas, sobre las supuestas presiones que ha sufrido, como fiscal, López Bernal. Será interesante conocer qué medidas tomó José Antonio Zoido como ministro de Interior, cuando López Bernal y sus compañeros denunciaron asaltos en sus domicilios. Esta lluvia de barro no anega solamente su intemperie de calle, sino una indefensión que deja la justicia ciudadana al borde del duelo al sol.

* Escritor