El 22 de enero con la Jornada de Infancia Misionera, bajo el lema Sígueme, la Iglesia en España invita a los fieles a volver la mirada en los más pequeños y celebrar con ellos un año más una jornada misionera. Apenas cerrado el tiempo de Navidad, en el que hemos contemplado al niño Jesús, Dios hecho niño, se enciende una nueva luz que ilumina la expresión de estos pequeños: ahora ellos se convierten en Belenes donde se sigue contemplando el rostro de Dios. Esa contemplación de los niños y de su fragilidad suscita en los mayores una especial sensibilidad y ternura. Cualquier noticia que denuncia sus sufrimientos y exclusión es causa de dolor y de compromiso por subsanar estas situaciones que parecen no tener remedio, porque la frecuencia y diversidad de los atropellos se multiplica, a pesar de las denuncias y alarmas sociales Hace prácticamente un año, Europol (Oficina Europea de Policía) alertaba de que al menos diez mil niños refugiados habían desaparecido en Europa. A las pocas semanas, la revista Vida Nueva desvelaba que en España más de tres centenares de menores inmigrantes se encontraban en paradero desconocido. Lamentablemente, el revuelo que se generó se diluyó en el mar del olvido. Esto provoca que su dignidad se vea usurpada, convirtiéndose en carne de cañón para las mafias que les fuerzan a la esclavitud, la explotación sexual, la delincuencia, la extracción de órganos, la celebración de matrimonios forzosos... Los muros reales y burocráticos hacen el resto para hacer de ellos víctimas invisibles mientras las instituciones públicas miran para otro lado y la Convención de Ginebra sobre los Derechos del Niño de 1989 queda una vez más en papel mojado. Intentar ocultar o ignorar el drama de los menores sin papeles, delata a los estados y a las sociedades, con su silencio, como cómplices de las mafias que los explotan. Finalmente el Papa Francisco hace un llamamiento para que se busquen y adopten soluciones permanentes. «Puesto que este es un fenómeno complejo, la cuestión de los emigrantes menores de edad se debe afrontar desde la raíz. Las guerras, la violación de los derechos humanos, la corrupción, la pobreza, los desequilibrios y desastres ambientales son parte de las causas del problema». Colaboremos, cada uno en lo que pueda, por eliminar esta lacra, en este día de la Infancia Misionera y sobre todo tomar conciencia de esta situación. Por todo esto hemos de sembrar en los niños principios, en este caso cristianos, y cuidarlos, de manera que los bellos cantos del ruiseñor (los niños) alumbren siempre sus vidas y las de los mayores. Es lo que trata de hacer la Iglesia en esta jornada.

* Estudios de Licenciatura en CC. Religiosas