Es como los músicos de por las calles y sus licencias para tocar con igualdad de oportunidades: el arte, a veces, se sale de las normas del boletín oficial para funcionarios y conlleva trastornos sociales. No es lo mismo escuchar a Serrat que al solista de una comparsa, por muy bueno que éste sea. Y no era igual oír a Klara Gomboc en la Puerta del Puente --cuyo violín creó la costumbre de desear los atardeceres del fin de semana para elevarnos con su sonido al paraíso en una especie de concierto semanal gratis-- que escuchar las buenas músicas, sí, de otros jóvenes, pero que las encontramos sin buscarlas. Y no se llega al mismo éxtasis rezándole a San Pancracio --joven romano convertido al cristianismo y decapitado a los 14 años, que concede salud y trabajo-- que a San Josemaría Escrivá de Balaguer, natural de Barbastro, de la prelatura jerárquica del Opus Dei, una institución de mucho poder y 2.800 millones de dólares, según un estudio del periodista estadounidense John L. Allen Jr. La santidad, como el arte, tiene sus grados y si hay que elegir lo hago por Serrat, Klara y San Pancracio antes que por un vocalista de Carnaval, un desconocido músico callejero o Escrivá de Balaguer porque lo legal, lo que ocurre y la oficialidad no siempre llevan razón.

La abadesa del convento --de más de 500 años-- de las Clarisas dijo, cuando la falta de vocaciones justificaba para ellas su cierre, que el santo no se vería afectado porque «en la venta quedará totalmente salvaguardada la devoción secular a San Pancracio dentro del recinto del monasterio».

Pues al joven santo romano, que desde hace 500 años todos los miércoles ha escuchado, como si su capilla fuera una oficina del Servicio Andaluz de Empleo, las demandas de un trabajo para poder sobrevivir de los cordobeses que lo necesitaban, lo han largado ya del convento y está alojado en la iglesia de Santa Marina. Como para que te fíes de las promesas de la oficialidad religiosa, en este caso de la abadesa comisaria pontificia. Menos mal que San Sebastián de los Ballesteros repartirá mañana guiso de pavo con fideos. En la santidad, como en la música, también hay arte.