Recuerdo muy bien la declaración del entonces líder de la oposición José María Aznar en TVE. Al ser preguntado por cuál era la peor obra de los socialistas dijo en tono firme: «El AVE, sin lugar a dudas». Y no traigo esta anécdota ahora -pasados más de 25 años- por molestar, sino para recuperar memoria. Es bueno que en España se celebre el 25 aniversario del primer viaje del AVE Madrid-Sevilla, pues somos un país con escasa memoria, y así nos va en tantas ocasiones.

El AVE y la Expo de Sevilla, desde el boceto hasta su conversión en realidad, fueron criticados de forma implacable por el agresivo PP que construía Aznar y los feroces compañeros de viaje que se le unían. La crítica y la denuncia fue tan brutal que el PSOE llegó a perder la alcaldía de Sevilla en vísperas de la inauguración de todo. El consistorio quedó en manos de Rojas-Marcos, otro crítico, y así la capital andaluza -periódicos incluidos- recibió al mundo por medio de unos representantes que no creían que aquello era una fenomenal operación de Estado (el sur que no se descolgara del resto de España), sino un festival de paro, corrupción y despilfarro.

Aquella miopía vil, a pesar del éxito del 92 de España, continuaría años después. Se persiguió al principal hacedor de aquella obra, Jacinto Pellón, como si se tratara de un cuatrero, y hasta el juez Garzón -ya una estrella- hurgó durante años en los papeles que narraban gastos e inversiones buscando basura. Pero nada halló. Aquel sumario se cerró en silencio, y un día nos enteramos que Pellón había sido encontrado muerto y solo en la habitación de un hotel.

Pero cuando Aznar llega a la Moncloa cambia todo. Descubren las bondades del AVE. Cascos anuncia que en 2015 (escribo de memoria) todas las capitales de provincia españolas tendrán un AVE a la puerta o muy a mano. Comienza entonces el festival de inauguración de «traviesas electorales». En medio de terragueros de provincias como Zaragoza, Albacete, Badajoz o Valladolid se perpetran las inauguración de las traviesas golondrinas. «Pronto el AVE pasará por aquí», anunciaba el ministro.

Y en esas continuamos. El PP ha cogido tal gusto al AVE que hasta en los años que se discutía el pago de las medicinas al enfermo crónico, seguía izando pilotes ferroviarios en dirección a Galicia, el otro sueño popular. Fomento admitió que el pasado año 2016 destinó el 40% del total de su inversión nueva en «oradar de futuro» las portillas que separan las Castillas de nuestra tierra más mágica. Aunque ya la gran mayoría -otra cosa es que lo haga público- entiende que la millonada que nos cuesta trepar con el AVE hasta las tierras finales no está justificada. Una mejora profunda de las vías y equipamientos ferroviarios existentes sería suficiente.

Sí, es bueno ejercitar la memoria de vez en cuando, pues, en los años previos al 92 y aún después, los únicos que defendían con ahínco el AVE, la modernización de España y su apertura al mundo eran los socialistas de Felipe González. Por tamaña osadía hubieron de sufrir episodios de acorralamiento tal cual si fueran los colonos de La Diligencia, de John Ford. Ahora, el heredero de Aznar al frente de la derecha conservadora española comprende que el esfuerzo de aquellos gobiernos fue del todo necesario. Menos mal.H

* Periodista