Pocas veces puede verse a todo un auditorio de un evento político y a los periodistas presentes hacer esfuerzos por contener las lágrimas. Sin embargo, eso fue lo que ocurrió ayer cuando, con voz quebrada pero sin flaquear en su determinación, Mar Bermúdez habló en una mesa redonda de expertos juristas del caso de su hija, Sandra Palo, quemada tras una larga agonía de torturas por un grupo de menores en el 2003. Habló de leyes, y sentimientos y pidió empatía a la clase política. Más mujeres que hombres no pudieron contener las lágrimas. Quizá porque Mar habló mucho ‘de madre a madre’. Una larga ovación con todos los presentes puestos en pie selló un tributo sincero, más allá de la política, a las familias de las víctimas de asesinatos crueles.